Bebidas energéticas
En Galicia se han detectado los primeros casos en las consultas pediátricas. La Xunta prevé aprobar un proyecto de ley que las equipare al alcohol y sancione su consumo.
Se venden en cualquier máquina expendedora y no hay que cumplir requisito alguno para comprarlas. Las bebidas energéticas se han presentado desde su creación como si se tratase de refrescos pero nada más lejos de la realidad.
Contienen hasta 32 miligramos de cafeína por cada 100 mililitros. Si tenemos en cuenta que hay estudios que demuestran que se pueden producir efectos sobre el sueño a partir de 1,4 miligramos de cafeína por 100 mililitros, la cuenta es sencilla, más del doble. A esto hay que añadirle que hablamos de menores. El peso de un niño de 10 o 12 años puede rondar los 36 kilos, por lo que los efectos son todavía más graves.
Exceso de cafeína por un lado, y altas dosis de azúcar por otro. La cantidad que contiene una sola de esas latas excede todos los límites. Y a mayores otras substancias como la taurina, menos estudiadas todavía pero con claros efectos sobre el sistema nervioso.
Los pediatras alertan de que, la mayoría de las veces, los niños las toman para evitar el cansancio, sentir euforia o directamente paliar los efectos de no haber dormido. ¿Cómo es esto posible?
Si damos un paso más hacia los motivos que llevan a niños de apenas 12 años a este consumo, dicen los expertos, descubrimos un problema mayor. Menores que se quedan jugando a videojuegos hasta altas horas de la madrugada y que necesitan un estímulo para despertar por la mañana y sobrellevar las clases.
En la actualidad, el 40% de los menores de 14 a 17 años las consume, según los datos de 2021, los últimos disponibles a través de la Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (Estudes). Son diez puntos más que en 2018.
Su consumo puede acabar derivando en agitación, nerviosismo e incluso taquicardias. Puede ocurrir con la primera ingesta pero aumentan los efectos secundarios con el consumo repetido. Es decir, buscan no dormir en un momento concreto pero acaban exponiéndose a problemas reales de alteración del sueño.
Ante una situación cada vez más alarmante, la Xunta de Galicia ha decidido tomar cartas en el asunto y legislar sobre estas bebidas energéticas que están muy lejos de ser refrescos y, más aún, de ser aptas para todos los públicos.
Por ello, la administración autonómica pretende aprobar un Proyecto de ley "que va a equiparar las bebidas energéticas al alcohol". Es decir, "quedará prohibida la venta y consumo a menores de edad" en la comunidad gallega.
La normativa incluye sanciones de hasta 600 euros de multa o trabajos en favor de la comunidad para los menores que las consuman. Pero sobre todo, y más interesante si cabe, multas por encima de los 3.000 euros para los que las vendan.
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Se trata de medidas pioneras que sitúan a Galicia a la cabeza en la lucha contra este consumo.