Suicidio
Las conductas autolesivas pueden ir asociadas a trastornos alimenticios, de la personalidad, malos tratos, bullying, ciberbullying o depresión.
Los adolescentes que son víctimas de agresiones tardan hasta dos cursos académicos en pedir ayuda, cuando lo recomendable sería no esperar más de dos o tres meses para acudir a un psicólogo.
Por eso, los expertos recuerdan la importancia de dar visibilidad a estas conductas ya que el suicidio, que se ha multiplicado por 26 en una década, se puede prevenir. "Nos llegaban a la consulta cuando habían pasado uno o dos cursos porque ya en el colegio habían detectado que estaba teniendo muchos problemas", ha relatado la psicóloga Junibel Lancho.
Lo primero que se debe hacer en estos casos según la experta es no restar importancia al problema. Precisamente, una de las señales más claras que confirman que algo no va bien es cuando se produce alguna autolesión.
De hecho, el 70% de los adolescentes que se causan daño a sí mismos han intentado posteriormente un suicidio y el 55% lo intentará en múltiples ocasiones. Según los expertos, las conductas autolesivas pueden ir asociadas a trastornos alimenticios, de la personalidad, malos tratos, bullying, ciberbullying o depresión.
Las cifras del suicidio adolescente en España
El suicidio entre los adolescentes se ha disparado en los últimos años. Según datos del INE, en España 14 menores de 15 años se quitaron la vida en 2020, último año con datos. En la población entre 15 y 29 años se registraron 300 víctimas mortales por suicidio, 227 hombres jóvenes frente a 73 casos de mujeres jóvenes.
Tal y como confirma Benjamín Ballesteros, director de Programas de la Fundación ANAR, "las estadísticas de suicidio de menores de edad serían aún más escalofriantes" si la organización no hubiese atendido a casi 750 niños, niñas y adolescentes "cuando ya estaban planificando su suicidio".
La pandemia silenciosa
Entre 2020 y 2022 se produjo un pico de casos con conducta suicida. Algo que ocurrió porque la crisis sanitaria derivada de la pandemia de la COVID-19 supuso "una ampliación de los riesgos psicosociales" como el aislamiento, el maltrato intrafamiliar o el abuso de las tecnologías que influyeron directamente en las conductas suicidas de las franjas etarias más jóvenes.