TEXAS | EJECUCIONES DESDE 1982

Una web de Texas publica las últimas palabras de los condenados a muerte

Texas es el Estado que más ejecuciones practica en todo Estados Unidos. Una página web publica las últimas voluntades y deseos de los 500 presos que han sido ejecutados desde que en 1982 fuera ajusticiado el reo Charlie Brooks Jr, de 40 años.

Kimberly McCarthy, de 52 años, entró a robar en una casa y terminó apuñalando y matando a un profesor jubilado de 70 años que vivía ahí. Kimberly Ocupa el puesto número 500 en las ejecuciones que ha habido en el Estado de Texas desde que en 1982 Charlie Brooks Jr., muriera en la misma sala.

McCarthy estaba tumbada en la camilla antes de recibir la inyección letal, habla al micrófono que tiene sobre su cabeza. "Solo quiero dar las gracias a todos aquellos que me han ayudado a lo largo de los años. Al reverendo Campbell, mi guía espiritual, a Aaron, el padre de Darrian, mi hijo, y a Maurie, mi abogado. Gracias a todos. Esto no es una pérdida, es una victoria. Sabéis dónde voy. Voy a casa con Jesús. Os quiero".

Activistas contrarios a la pena de muerte consideran indecente que se exponga algo tan íntimo como las últimas palabras y mensajes de despedida de las personas antes de morir. Muchos de estos mensajes muestran el cambio de mentalidad de los reos en su tránsito hacia la muerte. Palabras de perdón, amor, paz y cariño hacia sus víctimas y familiares, pero también de ira hacia los policías y jueces por parte de aquellos que se declaran inocentes y avisan de que los verdaderos asesinos siguen en la calle.

"Te he dicho alguna vez que tiene los ojos de papá? Lo he notado en el último par de días. Lo siento por hacerte pasar por esto. Diles a todos que los quiero y que lo siento mucho por todo el dolor causado. Dile a Brenda que estoy enamorado de ella. Lucha siempre por todo y no te rindas".

Ramón Hernández es un hispano que, junto a otras dos personas, robó, violó y asesinó a una joven hispana también, de 37 años. Tras matarla, la enterraron en un bosque cercano a la zona. Ramón se dedicaba a la construcción y tenía 30 años.

Otra de las últimas palabras que recoge la web es la de William Chappell, ejecutado hace más de diez años y siempre defendió su inocencia. "A vuestros ojos mi muerte os hace felices, pero voy a deciros algo hay dos pruebas que demuestran que yo no lo hice. Yo no he matado a nadie en mi vida. Tres personas confesaron el delito por el que hoy me ejecutan. Todo lo que pedí fue una sola prueba de ADN y no lo conseguí. Me van a asesinar y siento mucha lástima por ustedes".

Chappel fue condenado a muerte por el asesinato de Martha Lindsay, de 50 años, y su hija Alexandra Heath. Ambas fallecieron tras recibir un disparo en la cabeza. En el momento de su asesinato había otras tres personas en la casa, la abuela de Alexandra, un niño pequeño y el padre, quien identificó a Chappel como el asesino de su familia. El reo siempre pidió pruebas de ADN que demostraran su implicación pero nunca se las concedieron.

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