TENDRÁ LUGAR EL 21 DE ENERO
Los preparativos avanzan a paso firme. Washington se habitúa estos días a las marchas militares, a los dobles de la pareja presidencial soportando horas de ensayos o a los servicios de seguridad cortando calles y poniendo trabas a la rutina. "Estamos hablando de la seguridad del presidente de los Estados Unidos. No vamos a bajar la guardia en ninguna circunstancia", asegura la jefa de Policía de Washington, Cathy Lanier.
Está especialmente vigilada la avenida Pennsylvania, que une el Capitolio con la Casa Blanca. Sus aceras han visto pasar presidentes decenas de veces. Barack Obama es el número 44. Para él, la ceremonia es 'pan comido'. La protagonizó en 2009 y esta vez no piensa tropezar en la misma piedra. Un error al pronunciar el juramento le obligó a repetirlo después. Ambas veces, sobre una Biblia que sólo Abraham Lincoln había usado con el mismo fin hace más de siglo y medio. Se repiten rituales, pero hay menos expectación.
Washington no espera reunir otra vez a los casi dos millones de visitantes, ni siquiera la mitad. Aun así, los hoteles sacan lustre a las suites con mejores vistas y las tiendas de suvenires se preparan para hacer caja. "Camisetas, jerséis, sudaderas, tazas y bolis, es lo que más vendemos", afirma Andy Gallagher, dependiente en una tienda de la capital.
Ajenos a tanto ajetreo, y al paseo de sus réplicas de cera en autobús, el presidente y su esposa celebraron anoche el 49º cumpleaños de Michelle. Los estilistas destacan que ella luce un peinado nuevo. Una pista, quizás, sobre un secreto bien guardado: el vestido con el que cerrará un día de gala.