EN LAS CONCENTRACIONES EN APOYO A LOS TERRORISTAS
En la Franja de Gaza crecen niños y adolescentes marcados por la destrucción y la asfixia a la que Israel les somente desde hace siete años. Tanto es así que está considerada la cárcel más grande del mundo a cielo abierto.
En esta situación, el caldo de cultivo del fanatismo campa a sus anchas. Muchos hombres que también crecieron bajo las bombas y ahora son padres han sido seducidos por los radicales y adoctrinan a sus hijos en el dogma de que la sangre solo se lava con sangre. Convertirse en un mártir y hacerse explotar matando a cuantas más personas sea posible es el mejor destino que un padre puede desear para su hijo.
En las concentraciones que Hamas y la Yihad Islámica hacen de manera periódica, algunos de los seguidores de los terroristas disfrazan a sus niños como kamikaces y les animan a que repitan el mantra de violencia y odio al que el bloqueo israelíles condena. los líderes radicales solo quieren que el odio no se olvide.
Los niños aprenden en las calles y solo conocen las bombas y el odio trasmitido desde la cuna. Ese es el principal objetivo de los líderes radicales: que el odio no se olvide.