MÁS DE LA MITAD DE LOS ESTADOS MANTIENEN LA PENA DE MUERTE

Un hombre ha preferido morir en una silla eléctrica a recibir una inyección letal en Estados Unidos

El último preso ejecutado en Estados Unidos ha decidido que prefería morir electrocutado que con la inyección letal. Morir en la silla eléctrica era menos doloroso para él, antes que 20 minutos de agonía.

Edmund Zagorski, un preso del corredor de la muerte, ha elegido afrontar la pena de muerte en la silla eléctrica. Zagorski descartó recibir una inyección letal. Eligió soportar las descargas eléctricas, ya que el dolor solo dura unos segundos mientras que la inyección supone una agonía de casi 20 minutos. La muerte de este preso se ha convertido en un símbolo de lucha contra la pena de muerte en Estados Unidos.

Edmund Zagorsky llevaba la mitad de su vida encarcelado en Tennessee. Estaba condenado por matar y robar a dos hombres cuando compraba marihuana.

En Estados Unidos poco importa el sufrimiento de la llamada fórmula compasiva. En muchas ocasiones, las sustancias inyectadas son defectuosas, retrasando la ejecución y prolongando hasta dos horas la agonía. Las farmacéuticas ni siquiera distribuyen la anestesia para sedar a los condenados a muerte.

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