Jay Slater
Slater, de 19 años, se separó de sus amigos y lo encontraron muerto un mes después tras caer por un barranco.
Jay Slater, un joven aprendiz de albañil de 19 años, encontró un trágico final en Tenerife tras caer en un barranco de 300 pies mientras intentaba regresar a su hotel después de una noche de fiesta por la isla. El joven, oriundo de Oswaldtwistle, Lancashire, había asistido al festival NRG en Papagayo, en Playa de las Américas, el 17 de junio, donde se separó de sus amigos.
Antes de salir aquella noche, Jay había intercambiado unas palabras con su madre, Debbie Duncan, donde le dijo: "Te quiero, mamá", a modo de despedida. La señora Duncan recordó con dolor que estas fueron las últimas palabras que se dijeron. Tras el evento, Jay se encontró con dos hombres británicos y decidió regresar a un Airbnb en la remota aldea de Masca. Sin embargo, al perder el último autobús de vuelta a su hotel, emprendió a pie el peligroso camino de regreso, una decisión que le costaría la vida.
El cuerpo de Jay fue encontrado un mes después en una zona montañosa al noroeste de la isla. Los informes indican que el joven probablemente perdió el equilibrio y cayó al barranco mientras intentaba escalar para poder volver a su hotel. La autopsia reveló que sufrió fracturas en varios huesos y lesiones traumáticas en la cabeza, lo que sugiere que la muerte fue instantánea.
La madre de Jay recibió la noticia de su desaparición el 17 de junio, cuando una amiga de Jay, Lucy Mae Law, la llamó para informarle que no habían logrado localizarlo. Durante las semanas de búsqueda, imágenes del terreno inhóspito donde fue encontrado Jay mostraban una serie de crestas y salientes rocosos con caídas abruptas de hasta 300 pies de altura.
Este terreno volcánico, casi inaccesible a pie, solo es transitable por montañistas experimentados equipados con cuerdas y equipo de escalada. Las condiciones del lugar, junto con las sombras ocultas entre los acantilados, explican cómo el cuerpo de Jay pudo haber sido pasado por alto en búsquedas aéreas previas.
Debbie Duncan, quien había pagado la estancia de Jay y su amigo Bradley Hargreaves en los apartamentos Paloma Beach en Los Cristianos, describió la angustia de esos días. En una de las últimas conversaciones que tuvo con su hijo, Jay le comentó que estaba relajándose en la habitación, después de haberse quemado un hombro bajo el sol, y que planeaba tener una noche tranquila, con solo algunas bebidas.
A pesar del inmenso dolor de perder a su hijo, Debbie tuvo que enfrentar una avalancha de crueldades en las redes sociales. Muchos difundieron teorías conspirativas y mensajes abusivos, incluso llegaron a crear falsos vídeos de Jay mientras era torturado. Durante la búsqueda, la familia también fue víctima de estafas, con personas afirmando que se podía pagar para ver el funeral online, algo que era totalmente falso.
El funeral de Jay, celebrado el 10 de agosto, fue un homenaje a su vida, con cientos de personas que asistieron al Accrington Crematorium Chapel en Lancashire. El servicio estuvo lleno de detalles en azul, el color favorito de Jay, con flores, cintas, y hasta bombas de humo en ese tono. Su cuerpo fue llevado en un ataúd azul en una carroza tirada por caballos, con su nombre grabado en el lateral.
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