NO QUIEREN PERDER TURISTAS
Turquía ha amanecido consternada y horrorizada tras el atentado suicida perpetrado anoche por supuestos yihadistas del grupo Daesh en el aeropuerto internacional de Estambul, que causó al menos 41 muertos, entre ellos 13 extranjeros, y 239 heridos.
En un comunicado, la oficina de Gobernación de Estambul precisó que se han identificado hasta ahora 37 de las víctimas mortales, de las que diez son extranjeras y tres tienen doble nacionalidad.
En la morgue los familiares buscan una explicación al atentado que sacudió este aeropuerto. Los trabajadores reparan techos, limpian, sustituyen cristales para borrar esta huella, la del terrorismo.
Turquía no quiere asustar al turismo, por lo que trabajan para que el aeropuerto, el tercero más transitado de Europa, esté a punto. Han reabierto las terminales y aumentado la presencia policial. Los helicópteros sobrevuelan los alrededores y los controles se han intensificado aún más.
Entre caras de preocupación los pasajeros hacen cola para coger sus vuelos aunque se han encontrado con retrasos y cancelaciones.
El país depende del turismo y con este atentado las reservas ya han caído en picado. Por eso Turquía se esfuerza en demostrar que es un país seguro.