Japón
En las últimas semanas se han multiplicado los casos de conductas antihigiénicas en restaurantes japoneses para grabarlas y difundirlas en redes sociales.
La Policía japonesa ha arrestado ya a tres personas por lo que han apodado 'terrorismo de sushi'. Todo comenzó cuando se hicieron virales varios vídeos en los que se veía a un joven lamiendo un bote de soja en un conocido restaurante en el que la comida se sirve en una cinta en movimiento. En estas imágenes también se le ve tocando los platos que iban pasando por la cinta con un dedo que, anteriormente, se había introducido en la boca.
Sushiro, una de las cadenas más importantes de 'running sushi' y afectadas por esta práctica, denunció estas prácticas nada más tener conocimiento de ellas, ya que podían poner en peligro el funcionamiento de sus establecimientos.
Una 'ola de terror'
A partir de ese vídeo viral no han parado de sucederse los imitadores: un hombre que utilizaba una cuchara que se usaba para echar los condimentos para comer 'noodles', otro que ponía wasabi (condimento japonés altamente picante) en la comida de otros comensales o uno que comía directamente de un recipiente de uso común de jengibre. Uno de los protagonistas de estos vídeos legó incluso a rociar la comida con spray desinfectante.
Esta 'ola de terror' ha provocado que los restaurantes hayan decidido dejar de servir la comida en estos transportadores y, algunos, hasta hayan tenido que cerrar sus puertas temporalmente. Otros han apostado por tecnologías de vanguardia para acelerar la velocidad de las cintas y direccionan esta problemática hacia escasez de mano de obra.
Dos menores implicados
"El sushi que se sirve en estas cintas es algo de lo que estamos muy orgullosos como parte de la cultura japonesa. Queremos asegurarnos de que nuestros consumidores pueden comer sushi de forma segura y cómoda en estas bandas transportadoras", decía el portavoz de Kura Sushi, establecimiento donde tuvieron lugar las prácticas insalubres que acabaron con tres detenidos.
La Policía de la ciudad japonesa Nagoya señala como principal acusado a Ryoga Yoshino, de 21 años. Otros dos menores también están envueltos en lo que podría constituir un delito de "obstrucción del correcto funcionamiento de un negocio", según dictamina el Código Penal japonés.