ATENTADO TERRORISTA EN TÚNEZ
Los autores del atentado que el miércoles mató a una veintena de turistas extranjeros se formaron en las filas de la rama libia del Estado Islámico (EI) y entraron en Túnez desde el país vecino, informaron fuentes de seguridad.
Según el secretario de Estado de asuntos de Seguridad tunecino, Rafik Chelly, los autores entraron en el país de forma clandestina el pasado mes de diciembre. "Sabemos que se entrenaron en alguno de los campos para tunecinos takfiries (rama ultra radical del Islam) de Libia, en Sabratam Bengasi o Derna", este última ciudad bastión del EI en el este de Libia, afirmó el responsable, citado hoy por medios locales.
Chelly admitió que estaban en el objetivo de la policía y que eran investigados, pero se desconocía que pudieran estar planeando un ataque de esta envergadura. El atentado se produjo el miércoles cuando un joven de unos 20 años armado con un fusil abrió fuego contra un grupo de turistas hispanohablantes que se hallaban en un autobús en la zona de aparcamiento del Museo del Bardo, el más importante de Túnez.
Tras los disparos, en los que murieron siete personas -entre ellas una pareja de jubilados españoles- los atacantes retuvieron a numerosos rehenes y se atrincheraron en una zona ajardinada que existe entre el museo y el vecino edificio del Parlamento, al que trataron de acceder.
En la operación policial posterior murieron otras 14 personas, según el balance definitivo de víctimas mortales, establecido en 23 personas. El atentado fue reivindicado en un vídeo colgado en internet por el grupo autoproclamado Estado Islámico, afincado en amplias áreas de Irak y Siria.
El jueves, fuerzas de Seguridad tunecinas anunciaron que se habían practicado nueve detenciones y que se interrogaba a cuatro personas por su presunta participación en los hechos y a otras cinco por haber dado apoyo y cobertura a la célula.
Los agentes no descartaban que los terroristas hubieran tenido apoyo logístico del grupo yihadista local Ansar al Sharia, que tiene sus bastión en la región de Kasserin, una zona abrupta y montañosa pegada a la frontera con Argelia. Allí, a mediados del pasado mes de febrero, un grupo de terroristas abrió fuego contra un puesto de control de la Guardia Nacional y mató a cuatro agentes.
Desde entonces, la Policía y el Ejército tienen abierta una gran operación para detener a los autores y controlar un territorio de unos cien kilómetros cuadrados de exclusión militar donde se concentran yihadistas provenientes de varios países del Sahel.
El mismo miércoles, el padre de uno de los presuntos terroristas abatidos explicó que desconocía el paradero de su hijo y que creía que había viajado a Irak y Siria para sumarse al combate del autodenominado Estado Islámico. Ante esta situación, el gobierno convocó el jueves una reunión especial de Seguridad para implantar nuevas medidas que blinden un país que es el mayor exportador de yihadistas a Siria e Irak, unos 3.000 según fuentes de la lucha antiterrorista.