[[RELATEDSimpatizantes de Ben Alí quieren sembrar el caosRepatriados 118 turistas españoles[[/RELATED Mientras Túnez se prepara para una posible transición hacia la democracia, sus vecinos del Magreb miran de reojo todo lo que está sucediendo allí estos días. Otros regímenes autoritarios del norte de África temen el efecto contagio. El pasado 17 de diciembre, Ayub, un joven licenciado en paro, se quemó a lo bonzo por el maltrato que sufría por parte de la policía por carecer de permiso para ganarse la vida con un puesto callejero. Su muerte días después desencadena una revuelta que acaba derribando a uno de los regímenes más estables del Magreb. Ayub, ahora símbolo para millones de jóvenes sin perspectivas, ha supuesto un terremoto para toda una región, marcada por el autoritarismo. Regímenes respaldados por poderosos ejércitos. En el norte de África predominan gobiernos que, aunque corruptos y dictatoriales, se han ganado el favor de Occidente por motivos económicos y sobre todo por su lucha contra el integrismo islámico. La vecina Argelia no tarda en contagiarse. La subida del precio del pan y los combustibles también genera una ola de protestas con un saldo de una decena de muertos y centenares de heridos. El presidente Buteflika, en un gesto sin precedentes, da marcha atrás bajando los precios de los productos básicos. Los egipcios también han salido a la calle para desafiar al gobierno de Hosni Mubarak, que gobierna el país con mano de hierro desde 1981. En el poder desde hace 41 años, el líder libio Muamar el Gadaffi ha aparcado las excentricidades y anoche salió en televisión para defender a su defenestrado colega Ben Alí. En Marruecos, las autoridades se supieron adelantar a los acontecimientos y prohibieron todo tipo de manifestación de apoyo a la revuelta tunecina.