// José Ángel Abad
El mundo entero está pendiente del impeachment a Donald Trump. Solo ha ocurrido dos veces en la historia de Estados Unidos: con los presidentes Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1999, ambos absueltos en su día. No se cuenta a Richard Nixon porque dimitió en agosto de 1974 -aunque lo hizo al saber que en su caso le iban a hacer un Impeachment y era evidente que él sí lo iba a perder.
A Trump se le acusa de intentar chantajear al gobierno de Ucrania para que anunciara públicamente unas investigaciones que, con su sola apertura, dañaran la reputación de los demócratas y así le ayudaran a ser reelegido el próximo mes de noviembre.
Esas investigaciones tenían que ver con la contratación de Hunter Biden, hijo del candidato demócrata Joe Biden, como ejecutivo de Burisma, una compañía energética ucraniana.
Aunque hay dudas sobre las razones por las que Burisma contratara a Hunter Biden, nunca se ha probado ninguna ilegalidad. Lo que sí está probado es que Trump congeló ayuda económica destinada a Ucrania en el verano de 2019 y que había sido aprobada antes por el Congreso de EEUU.
Los demócratas alegan que el propio presidente y sus emisarios advirtieron a Ucrania de lo que tenía que hacer si quería recibir el dinero: anunciar la investigación contra Burisma.
El presidente no niega los hechos. Pero replica que él solo intentaba que el gobierno de Ucrania anunciara medidas contra la corrupción y que ello implicaba investigar la empresa en la que había trabajado el hijo de Joe Biden.
Esa ayuda económica finalmente sí le fue entregada a Ucrania. Los demócratas alegan que Trump solo autorizó su envío después de que se destapasen sus maniobras gracias a las denuncias de asesores oficiales dentro del propio Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. El presidente de Estados Unidos también pedía que la Fiscalía ucraniana investigara si desde ese país se intentó hacer una campaña por internet en su contra en las pasadas elecciones de 2016.
Trump pretendía que esa investigación se abriera a pesar de que todas las agencias de inteligencia de EEUU ya han asegurado, pública y oficialmente, que los intentos de interferir en las elecciones de 2016 por Internet tenían su origen en Rusia, no en Ucrania, y, además, en contra de Hillary Clinton, no de Trump.
Para destituirle sería necesaria legalmente una mayoría de dos tercios en el Senado
El segundo cargo de acusación contra Donald Trump es el de obstrucción a la justicia, por bloquear la presentación de documentos oficiales y la comparecencia de testigos en la investigación en su contra. Trump replica que son todo patrañas, que él solo luchaba contra la corrupción y que siempre ha actuado dentro de la ley y por ello pide una absolución rápida. Y es fácil que lo consiga.
Para destituirle sería necesaria legalmente una mayoría de dos tercios en el senado. Como hay 100 senadores, eso quiere decir que 67 deberían votar en su contra. De los 100 senadores, 53 son republicanos. Si el resto -45 demócratas y 2 independientes que habitualmente votan demócrata (uno de ellos es el propio candidato demócrata Bernie Sanders)- vota, como es previsible, a favor de la destitución, aún haría falta que 20 senadores republicanos abandonen a Trump.
Esa es una posibilidad que parece remota. Pero… solo hace falta una mayoría simple para que se apruebe la presentación de nuevos testigos y evidencias. Y eso sí es muy probable que ocurra porque al menos 4 senadores republicanos indican que votarán a favor, haciendo posible esa mayoría.
El ex asesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, por ejemplo, ha declarado que tiene la información no revelada hasta ahora. No quiso comparecer en la Cámara de Representantes en diciembre pero por razones desconocidas alega estar dispuesto a hacerlo ahora en el senado. Si se aceptase su comparecencia podría, potencialmente, cambiar la marcha del juicio. Y quizá, calculan los demócratas, lo impensable se convirtiera entonces en inevitable.
John Bolton ha declarado que tiene información no revelada hasta ahora
Antes de decidirse si se aceptan nuevos testigos y evidencias, ambas partes -los "managers” demócratas que presentarán los cargos contra Trump y los abogados defensores del presidente- pasarán al menos una semana explicándose en el senado.
Durante las sesiones todos los senadores están obligados a ejercer de testigos, presentes cada minuto y sin poder hablar ni usar teléfono bajo pena de prisión. Es un asunto serio.
En juego está si el próximo mes Trump seguirá o no siendo presidente.