Desastre natural Isla Mauricio
El buque varado desde el pasado 25 de julio en los arrecifes de Pointe d'Esny, frente a la costa sureste de Mauricio y que esparció en sus aguas 800 toneladas métricas de crudo, se ha partido en dos.
"Era algo esperado, ya esta mañana un helicóptero se apresuró a la carrera a fin de transportar el crudo que estaba siendo extraído del barco porque las autoridades y los equipos de salvamento temían que se partiera en cuestión de horas", detalló un miembro de la administración local.
En la bodega del granelero, de propiedad japonesa y bandera de Panamá, quedaban 166 toneladas métricas de crudo por bombear, según confirmó el primer ministro de Mauricio, Pravind Jugnauth, en una rueda de prensa.
Por el momento, se desconoce si esta cantidad de crudo había sido o no extraída a tiempo del barco, desde que varios medios locales advirtieran que la fractura en el casco "llegaba al 75%”.
En declaraciones al medio local Radio Plus, el jefe de Policía Khemraj Servansing aclaró que la parte de la proa fracturada -dos tercios de su eslora total- "no contiene petróleo", pero que sí que quedan unos "50 metros cúbicos de hidrocarburo" en la popa. Servansing añadió que se "tomarán todas las precauciones en caso de una nueva fuga" y anunció que las operaciones de bombeo serán retomadas mañana.
Según medios locales, los equipos de rescate están en estos momentos trabajando en alta mar para arrastrar "poco a poco" la proa con la ayuda de tres remolcadores, una tarea dificultada por un mar embravecido.
En el momento del accidente, el MV Wakashio, que viajaba desde China a Brasil, no transportaba carga, pero se estima que aún llevaba más de 200 toneladas de diésel y 3.800 de fuel para consumo propio. La tripulación, integrada por una veintena de personas, fue evacuada.
La zona afectada es una región de arrecifes de coral, que llevaban unos quince años rehabilitándose, y también de gran diversidad marina y terrestre, con importantes reservas naturales a pocos kilómetros.
Este vertido está considerado ya una de las peores crisis de la historia de la isla, famosa por sus aguas cristalinas, albuferas y playas paradisíacas. Según una estimación del oceanógrafo y experto medioambiental mauriciano Vassen Kauppaymuthoo, se necesitarán "unos diez años para que el ecosistema marino se parezca a lo que era".