FUE ATACADO CON UN CUCHILLO LA SEMANA PASADA
El embajador de EEUU en Seúl, Mark Lippert, fue dado de alta y aseguró que se encuentra "bastante bien" tras abandonar el hospital cinco días después de ser herido por un activista radical que le atacó con un cuchillo.
"Me encuentro bastante bien, considerando todo lo que ha pasado", comentó Lippert en una rueda de prensa al salir del hospital, en la que calificó como "aterrador" el suceso ocurrido el pasado jueves cuando el activista le atacó por la espalda y le cortó la cara y las manos.
El embajador de EEUU aseguró que regresará al trabajo lo antes posible y renunció a hablar sobre posibles cambios en su seguridad personal.
En línea con sus comentarios en Twitter de los últimos días, rompió una lanza en favor de las relaciones con Seúl al afirmar: "nos hemos marcado como misión ser abiertos y amables, y eso no va a cambiar".
Lippert, de 42 años, recibió más de 80 puntos de sutura por las heridas que sufrió en cinco lugares diferentes, la más grave una incisión de 11 centímetros de largo y tres de profundidad desde la mejilla derecha hasta la barbilla.
El equipo médico que le trató también le sometió a cirugía para una recuperación total de sus heridas y evitar que se viera afectada su movilidad o que sufriera otros efectos secundarios, indicó el hospital.
El atacante, un ciudadano de 55 años llamado Kim Ki-jong, se abalanzó sobre Lippert con un cuchillo de cocina de 25 centímetros y le hirió la cara y la mano izquierda durante un desayuno en el Centro de Arte Sejong, frente a la embajada estadounidense en pleno centro de Seúl.
Las autoridades policiales de Corea del Sur investigan la relación con Corea del Norte de Kim, que realizó varios viajes al país vecino pasada década.
El presunto agresor se desplazó a Corea del Norte siete veces en 2006 y 2007, y en diciembre de 2011 trató de erigir en Seúl un monumento al fallecido dictador norcoreano Kim Jong-il.
Kim Ki-jong era líder de un grupo ultranacionalista radical y un viejo conocido de la policía por anteriores altercados, entre ellos lanzarle un ladrillo al embajador de Japón en Seúl en 2010, lo que le costó dos años de cárcel.
Así, los expertos ven poco probable que Pyongyang esté detrás del ataque, que se atribuye más bien a la acción aislada de un fanático.