Líbano
Desde el comienzo del conflicto en Gaza el año pasado, Hezbolá había advertido a sus miembros de que no utilizaran teléfonos celulares por temor a que pudieran ser manipulados o rastreados por agentes de inteligencia israelíes, por lo que estaban usando aparatos buscapersonas -conocidos también como mensáfonos o 'beepers'- para comunicarse.
Supuestamente Hezbolá en Líbano encargó los buscas a una empresa de Taiwán. Pero en esta empresa dicen que esos 5.000 buscasno los fabricaron ellos, sino que la responsable de la licencia es una compañía de nombre BAC con sede en Hungría, cuya propietaria es una mujer Cristiana, Barsony-Arcidiacono. Italo-húngara, habla siete idiomas y tiene un doctorado en física de partículas. Ella dice que tampoco ha fabricado los 'beepers' asesinos y que solo es una intermediaria, pero ha desaparecido. Y las autoridades húngaras, que protegen a esta mujer, aseguran que sus vecinos búlgaros fueron quienes vendieron los buscas.
Los buscas, 'pagers' o 'beepers' en inglés, son dispositivos casi en desuso. Se hicieron populares en los años 90, prácticamente indetectables, no se pueden triangular como los móviles, no dejan rastro salvo si se manipulan desde el origen como se ha hecho en esta ocasión con los utilizados para asesinar a los milicianos de Hezboláen Líbano.
En un principio se creyó que las propias baterías de litio habían explotado, pero según explica José Murria, policía nacional y ex-Tedax, lo que ha ocurrido en estos atentados es una serie de explosiones inmediatas, al contrario que la ignición de las baterías, que se calientan y "avisan", da tiempo a reaccionar. Los 'beepers' de Líbano explotaron, no se quemaron, por lo que no hay dudas de que la carga explosiva se puso en el momento de ser fabricados.
Para este ataque simultáneo se utilizó explosivo militar, que, según el especialista, puede ser plástico, porque es muy maleable y se adapta a los pequeños huecos de los dispositivos, aunque todo apunta a que el material explosivo utilizado es pentolita, más conocido como PENT, y una cantidad de unos 20 gramos. En ambos casos el material explosivo militar es muy estable y necesita de una fuente de energía para detonar, un simple movimiento, zarandeo o fuente de calor no serían suficientes para una detonación.
Sorprende a los investigadores que los milicianos no notaran la diferencia de peso del dispositivo manipulado en fábrica, pero por otro lado, hacía mucho tiempo que habían tenido un aparato así en sus manos e incluso, para algunos, era la primera vez, por lo tanto no había con qué comparar.
Muchos de los fallecidos y heridos ni siquiera llegaron a tocar los aparatos con sus manos. Las heridas que se han visto en los hospitales han sido en manos, cara, oídos, pero también en ingles y tripa, allí donde estaba alojada la trampa tecnológica mortal. Cuando las familias libanesas estaban enterrando a los asesinados con localizadores, estalló una nueva serie de atentados provocados, esta vez, con walkie-talkies. En este caso la carga explosiva se alojó también casi con toda probabilidad en el interior del aparato. Entre otras razones, explica José Murria, porque estos aparatos llevan dos baterías. Su conclusión es que para conseguir su objetivo tenían que manipular las dos baterías, es más plausible, dice el ex-Tedax, que se introdujera la carga dentro del walkie.
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