Rusia
Según 'The New York Times', fuentes de inteligencia anónimas estadounidenses revelan que un destacado general ruso conocía los planes de rebelión de Wagner.
Según ha publicado este miércoles 'The New York Times', un destacado general ruso conocía los planes de rebelión del grupo Wagner. Serguéi Surovikin, un destacado general ruso, vicecomandante de la ofensiva en Ucrania, estaba al tanto de los planes de Yevgueni Prigozhin, líder del grupo paramilitar, según fuentes de inteligencia anónimas estadounidenses.
De ser ciertas estas afirmaciones, Surovikin estaría en una situación extremadamente delicada ante Putin y revelaría que el régimen de acero del presidente ruso se estaría agrietando.
Serguéi Surovikin es un general muy cercano al propio Prigozhin. Es un héroe de guerra despiadado con una carrera plagada de episodios violentos en Siria y Chechenia.
Fue ascendido a comandante único de la ofensiva de Ucrania en octubre de 2022 entre aplausos de Prigozhin y del presidente checheno, Ramzán Kadírov. Pero la alegría duró poco: Shoigú, el ministro de Defensa de Rusia y enfrentado con Prigozhin, nombró a Guerásimov máximo responsable de sus fuerzas en detrimento de Surovikin en enero.
La inteligencia estadounidense trata de verificar si Surovikin, popular entre las tropas rusas, ayudó además a planificar las acciones de Prigozhin. Pendientes de imágenes de Prigozhin en Bielorrusia, que aún no hemos visto ninguna.
Prigozhin, el empresario ruso conocido como el 'chef de Putin' por sus negocios de catering con el Kremlin, ha sido acusado de estar detrás de varias operaciones clandestinas en África, Oriente Medio y Europa, que involucran a mercenarios, trolls y desinformación.
La respuesta no es sencilla, ya que Prigozin opera en una zona gris entre el Estado y el sector privado, y se beneficia de la ambigüedad y el secretismo que rodean a sus empresas. Sin embargo, algunos indicios sugieren que Prigozin no goza de la plena confianza ni del respaldo de buena parte de las fuerzas armadas rusas y que ha entrado en conflicto con ellas en algunas ocasiones.
Por un lado, Prigozhin ha sido visto como un instrumento útil para el Kremlin, que le permite proyectar influencia e intereses en zonas sensibles sin asumir responsabilidades ni riesgos políticos. Al utilizar a mercenarios como los del grupo Wagner, Rusia puede negar su implicación directa en conflictos como los de Siria, Libia o la República Centroafricana. Con esto evita las consecuencias diplomáticas o legales que podrían derivarse de ello.
Además, Prigozhin también ha proporcionado servicios de seguridad, inteligencia y propaganda a líderes locales afines a Moscú, como el presidente sirio Bashar al-Assad o el expresidente sudanés Omar al-Bashir.
Por otro lado, Prigozhin también ha actuado por su propia cuenta y riesgo, buscando oportunidades de negocio y beneficio personal en los países donde opera. Esto le ha llevado a competir o chocar con otros actores rusos, incluidos los militares, que tienen sus propios objetivos e intereses.
Por ejemplo, se ha informado de que Prigozhin intentó obtener contratos de explotación de recursos naturales en Siria y Libia, lo que habría provocado la oposición de las empresas estatales rusas que ya operaban allí. Asimismo, se ha especulado con que Prigozhin pudo estar detrás del intento de golpe de Estado en Malí en 2020, lo que habría enfurecido al Ministerio de Defensa ruso, que tenía acuerdos de cooperación militar con el gobierno depuesto.
Además, Prigozhin no parece contar con el apoyo ni la simpatía de la cúpula militar rusa, que lo ve como un intruso y un oportunista que se aprovecha de la situación. Según algunos analistas, los altos mandos militares rusos desconfían de Prigozhin y de sus mercenarios, que carecen de lealtad al Estado.
También se han producido tensiones y descoordinación entre las fuerzas regulares rusas y los grupos paramilitares de Prigozhin en el terreno, lo que ha generado fricciones y riesgos operativos. Un ejemplo de ello fue el ataque fallido contra una base estadounidense en Siria en 2018, que causó la muerte de decenas de mercenarios del Grupo Wagner y que no contó con el aval ni el apoyo del Ejército ruso.
Prigozhin no parece contar con apoyos sólidos ni estables entre la cúpula militar rusa, sino más bien con una relación ambigua y conflictiva. Así, se mueve entre la colaboración y la competencia con el Estado ruso, y entre la utilidad y el riesgo para el Kremlin. Su futuro dependerá en gran medida de su capacidad para seguir ofreciendo ventajas estratégicas a Rusia sin provocar problemas ni pérdidas.