FACTURA MÁS DE 2,6 MILLONES DE EUROS ANUALES
Esta podría ser la típica historia de las películas de Hollywood cuyos protagonistas se topan con un golpe de suerte que cambia por completo sus vidas, pero es algo que realmente ha ocurrido en Japón.
La protagonista de esta historia es Hiroe Tanaka, una joven de 46 años de Japón, tenia tan solo 21 años cuando su padre falleció y con su pérdida pensó que una de sus recetas favoritas se había perdido para siempre. Se trata de kushikatsu, una comida muy popular que se puede encontrar en la mayoría de puestos callejeros de Japón y una comida que su padre había pasado horas preparando cuando tenía tiempo libre.
Tras la pérdida de su padre, la joven comenzó a estudiar un grado en Literatura pero decidió abandonar sus estudios y comenzó a trabajar como administrativa. Durante su tiempo libre, Tanaka trataba de recrear la receta de su padre y entre tanto aprendía a cocinar, lo que llevó a finales de los años 90 a trabajar en en un restaurante de Osaka dirigido por Keiju Nuki, con quien forjaría una amistad.
En sus años como cocinera, Tanaka aprendía cada vez más técnicas pero nunca lograba imitar a la perfección el kushikatsu de su padre. "No era tan simple como creía", lamenta la joven, que llegó a pensar que nunca lo conseguiría, según recoge el medio Independent.
Pasaba el tiempo y la joven no encontraba su sitio y la crisis económica de 2008 solo hizo que sus problemas crecieran y el restaurante en el que trabajaba cerró. En esos malos momentos, Tanaka tropezó sin querer con una nota escrita a mano por su padre en una caja de recuerdos. Sin quererlo, Tanaka había encontrado la receta de su padre que durante tantos años había intentado imitar. La nota estaba llena de correcciones, pues con el tiempo la iba mejorando.
Ese momento transformó por completo la vida de Tanaka, que pasó de ser una empleada a tiempo parcial a ser la vicepresidenta de una compañía que llevaba su nombre y que factura 2,6 millones de euros anuales.
Tanaka decidió probar la receta de su padre junto a Nuki, su antiguo jefe y la comida estaba tan buena como ella recordaba. Este golpe de suerte les animó a decidir abrir un restaurante en una tranquila zona residencial de Tokio donde servirían el famoso kushikatsu de su padre.
El restaurante fue un éxito. En poco tiempo había colas en la calle para entrar en el restaurante incluso a la una de la mañana. Había tantas bicicletas aparcadas fuera que incluso los vecinos se quejaron.
Tras el éxito, ambos decidieron abrir un segundo y un tercer restaurante hasta llegar a abrir 146 franquicias en todo Japón y una en Hawai. Ahora incluso están planeando abrir 40 más.
La joven se muestra muy agradecida por la suerte que le ha brindado la vida y asegura que cada día se lo agradece a su padre porque "todo esto sucedió por una receta".