Reino Unido
La bancada 'tory' salva a Johnson, que no tendrá que dimitir y al que no se le podrá volver a convocar en los próximos doce meses a una nueva moción.
El primer ministro británico se ha enfrentado hoy a una moción de confianza, similar a una moción de censura en España. Este proceso interno llega dos semanas después de que se hiciera pública la investigación sobre los escándalos del llamado 'partygate', referente a las fiestas ilegales en Downing Street durante lo peor de la pandemia.
El 'partygate', el último escándalo de una larga lista
Desde que salieran a la luz las fiestas en el confinamiento, Johnson ha invertido grandes esfuerzos en intentar calmar los ánimos. Ha salido indemne de la moción, al menos de momento, pero según los sondeos, el 56% de los votantes cree que el dirigente ha mentido al público, y el 57% piensa que "no está en contacto con la clase trabajadora".
El 'partygate' ha sido la última polémica, de un largo historial, que hasta la fecha se ha saldado con la dimisión de cinco de sus asesores más cercanos. Aunque ha pedido perdón y ha reconocido que se equivocó en su gestión inicial de la Covid-19, todavía le queda rendir cuentas ante la comisión parlamentaria que investiga si mintió.
También ha logrado esquivar las críticas de sus dos divorcios, su matrimonio con una joven 24 años menor que él y una séptima hija fruto de una relación extramatrimonial.
Salva la moción
Los parlamentarios 'tories' han vuelto a depositar su confianza en el 'premier', que ha logrado salvar la moción de censura con 211 votos a favor y 148 en contra. A pesar del resultado, este movimiento parlamentario ha supuesto una fractura política, que podría reflejarse a corto o medio plazo.
De hecho, su antecesora, Theresa May, también se enfrentó a un procedimiento interno similar y la consecuencia de ello fue la dimisión. Logró un 63% de apoyo, una cifra mayor de la que ha conseguido el actual jefe de Gobierno británico, pero seis meses después acabó abandonando el cargo.
Y lo mismo ocurrió con Margaret Thatcher. La 'dama de hierro' ganó la moción de censura, también planteada por su propio partido, y tan sólo ocho días después se vio obligada a renunciar entre lágrimas.