Elecciones Estados Unidos
Algunas claves para entender por qué Kamala Harris podría no gobernar en EEUU aunque obtuviera más votos que Donald Trump, o, dicho de otro modo, por qué Donald Trump podría volver a ser presidente, incluso si Kamala Harris lo supera por una amplia diferencia en votos.
Las últimas encuestas publicadas dan ventaja a la candidata demócrata, Kamala Harris, frente al candidato republicano y expresidente, Donald Trump, en las próximas elecciones de Estados Unidos.
En concreto, un sondeo publicado este domingo por de ABC News/Ipsos revela que, mientras que antes del debate Harris aventajaba a Trump en cuatro puntos según esta encuesta (50 % frente al 46 %), tras el debate que se celebró el Filadelfia el pasado martes Harris le saca cinco puntos (51 % frente al 46 %), con un ligero cambio de un punto.
Sin embargo, no se puede adelantar una victoria de Kamala en las próximas elecciones ya que en estados Unidos la elección no se hace de un modo directo sino a través de los 538 electores, que se dividen proporcionalmente entre los 50 estados del país (más el Distrito de Columbia). Por ello, la clave de estos comicios seguirá estando en estados bisagra como Pensilvania, Georgia o Wisconsin, donde la diferencia es mínima.
Esto se debe a que el sistema electoral de los Estados Unidos tiene varias características únicas, sobre todo por su estructura federal, en la que los estados tienen un grado significativo de autonomía.
Las elecciones son indirectas, es decir, los ciudadanos no votan directamente por el presidente. En su lugar, el sistema usa el Colegio Electoral.
Cada estado tiene un número determinado de electores basado en su representación en el Congreso (la suma de sus senadores y representantes). Hay un total de 538 electores, y un candidato necesita al menos 270 votos electorales para ganar la presidencia.
Aunque los ciudadanos votan en las elecciones, están eligiendo a los electores de su estado, quienes luego votarán por el presidente. En la mayoría de los estados, el sistema es "el ganador se lo lleva todo" ('winner-takes-all'), es decir, el candidato que obtiene más votos en un estado se lleva todos sus votos electorales, independientemente de la proporción de votos. .
Esto significa que no es tan importante ganar por un amplio margen en un estado donde el candidato ya tiene una base sólida (como California para los demócratas o Texas para los republicanos), ya que los votos electorales no aumentan por ganar por una gran diferencia.
Por ejemplo, un candidato que gana en California por un 70% frente a un 30% se llevará los mismos 55 votos electorales que si ganara por un 51% frente a un 49%.
Esto ocurre en todos los estados menos en Maine y Nebraska, que utilizan un sistema proporcional en el que los votos electorales se dividen.
Por ello son tan importantes los estados indecisos, aquellos que no tienen una tendencia clara hacia un partido y donde las elecciones suelen ser muy reñidas. Estos estados, como Florida, Pennsylvania, Michigan, Wisconsin y Arizona, suelen definir el resultado de las elecciones.
En estos estados, ganar por la mínima es suficiente para llevarse todos los votos electorales, lo que puede cambiar el resultado de la elección general.
Un ejemplo de esto lo encontramos en 2016 cuando Hillary Clinton ganó el voto popular por cerca de 3 millones de votos, pero Donald Trump ganó los votos electorales necesarios al triunfar en varios estados indecisos por márgenes muy pequeños.
Además, ganar en estados con muchos votos electorales, como Florida (29 votos), Pennsylvania (20 votos) o Michigan (16 votos), también es crucial. Estos estados pueden cambiar de un lado a otro en diferentes elecciones, y obtener sus votos electorales puede hacer la diferencia para llegar a los 270 votos necesarios.
El sistema electoral está diseñado para que los candidatos optimicen su estrategia para ganar los votos electorales, no necesariamente el voto popular. Por ejemplo, un candidato podría perder el voto popular a nivel nacional pero ganar la elección si obtiene una mayoría de los votos electorales.
Por ello, aunque las encuestas den por ganadora a Kamala Karris es importante que, si quiere llegar a la Casa Blanca, gane por la mínima en los estados indecisos que le permitirían obtener los votos electorales necesarios para ganar la presidencia, incluso si pierde en el voto popular o en otros estados donde la victoria ya está asegurada para uno u otro partido.
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