Oriente Medio
Irán e Israel son dos potencias enfrentadas desde hace décadas. Ahora, tras el ataque de Teherán la situación en Oriente Medio está cada vez más tensa.
El ataque de Irán sobre Israel ha hecho saltar todas las alarmas de la comunidad internacional. La situación es muy delicada. Un conflicto entre Tel Aviv y Teherán que viene de lejos. El ataque iraní ha llegado bajo el marco de una respuesta al bombardeo de Israel sobre su Consulado en Damasco, en Siria. Pero lo cierto es que la tensión entre ambos países no es reciente. Ambos luchan por una posición de poder en Oriente Medio.
La llegada régimen de los ayatolás en 1979 después de la caída del último Sha, Mohammad Reza Pahleví, hizo florecer una enemistad que va más allá de lo religioso. Pahleví tenía una visión occidental para Irán. Disponía de una fuerte relación con Estados Unidos y también con Israel. Pero en la revolución de los ayatolás en Irán se impuso la sharía y se vio a EEUU y a Israel como dos agentes de la inmoralidad y una amenaza para el islam. Además, Tel Aviv apoyó al último Sha en su lucha por no caer ante un pueblo que estalló por su gestión económica, social y religiosa.
Este conflicto está marcado por una fuerte oposición ideológica. Irán es el bastión de los chíitas en todo Oriente Medio. Los chíitas son la rama del islam que defienden que el heredero del Profeta debía ser alguien que perteneciera al linaje familiar, empezando por Alí. Teherán busca hacer contraposición a Arabia Saudí, pilar de los sunitas -que defienden que el heredero era el suegro de el Profeta- en el Golfo. Ambas potencias buscan imponer su visión del islam. Tel Aviv rompió con el régimen teocrático de Irán después de décadas de amistad. El Estado de Israel importaba el 40% de su petróleo de Irán a cambio de armas, tecnología y productos agrícolas.
Irán cambió a los agentes de la Savak por la Guardia Revolucionaria y sus relaciones con Occidente por su relación con Hizbulá. Israel, por su parte, desde finales de los años 40 ha ido ocupando territorio palestino, estrechando cada vez más la Franja de Gaza. Desde los países árabes han denunciado esta situación durante décadas, con guerras de por medio como la de los seis días en el 1967 o la del Yom Kippur en 1973. La invasión de Líbano en 1982 no hizo más que acrecentar la tensión con un Irán regido por la autoridad religiosa chíi de los ayatolás. La estrecha relación entre EEUU e Israel es otro aliciente de la enemistad con Irán. Para los ayatolás Estados Unidos es el 'Gran Satán' e Israel se convirtió en el 'Pequeño Satán'.
Durante la invasión israelí del 82, Irán mandó a Líbano su Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica para apoyar a las fuerzas libanesas y palestinas que se enfrentaban a Israel. Pasó el tiempo y esas fuerzas se convirtieron en Hizbulá. Ahora, los mercenarios chíitas son el brazo militar de Irán en países árabes y cuentan con una fuerte financiación iraní. Desde el estallido de la guerra en Gaza tras los atentados de Hamás del 7 de octubre, Israel ha atacado objetivos de Hizbulá en Líbano.
Siria es otro elemento clave en esta enemistad. Desde 2011 el país se encuentra sumido en una eterna guerra civil. Bashar al-Ásad, presidente del país sirio, es alauí. Se trata de una rama del islam dentro de los chíitas. Los alauíes constituyen casi el 20% población de Siria. Cuando estalló la guerra, Al- Ásad ha contado con el respaldo económico y material de Irán y la intervención militar de Hizbulá. En Israel vieron esta participación como una seria amenaza. Siria es un aliado fundamental para Irán porque su territorio es una vía principal para el envío de armas al Líbano.
La guerra entre Israel y Hamás ha elevado la escalada en Oriente. Los milicianos islamistas suníis son férreos aliados de Irán. Parecía que intercambio de ataques en Líbano entre Hizbulá e Israel iba a ser el único enfrentamiento entre hebreos y chíitas hasta el bombardeo sobre el Consulado de Irán en Damasco. Como respuesta, el régimen teocrático realizó lanzamiento masivo de drones y misiles sobre Israel. Un ataque que se anunció con suficiente antelación para que fuera interceptado. Sin embargo, ha abierto un nuevo y crudo horizonte en la región y en un conflicto que no aminora.
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