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"Los nervios van por dentro, la gente sigue con su vida"

Estos días he vivido con muchísima inquietud en el cuerpo, viendo cómo la situación en los reactores iba empeorando... Sin embargo, el principal factor de nervios y estrés ha sido sin duda la lógica presión recibida por parte de familiares y amigos que, bombardeados con imágenes apocalípticas, se han preocupado.

Cuando uno sale a la calle en Tokio estos días se encuentra con un ambiente distinto al habitual. Debido a las políticas de ahorro energético por culpa del cierre de varias centrales eléctricas y refinerías afectadas por el desastre, hay menos gente por la calle, menos trenes, y muchos de los ubicuos y luminosos neones están apagados.

En los supermercados puedes encontrar más o menos de todo, aunque es cierto que la comida preparada y los fideos y el arroz liofilizados, de cocción instantánea, escasean. No hay escenas de pánico y, aunque los nervios y la intranquilidad van por dentro, la gente sigue con su vida: va a trabajar, a comprar, a pasear el perro, al gimnasio...

Este ambiente contrasta con el tratamiento de la información que se da en los medios occidentales, que se han centrado casi exclusivamente en la situación en las centrales nucleares y bombardean a la gente con el tema.

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