Coronavirus
Las autoridades chinas han ampliado la cuarentena a 26 millones de personas más para intentar contener el coronavirus y ante esto, el Partido Comunista chino mueve pieza: han instalado pantallas gigantes con mensajes de ánimo para los afectados.
La propaganda del régimen ha invadido el país para asegurarse el apoyo de la gente y evitar que las emociones se desborden tras el fallecimiento de Li Wenliang, el doctor que dio la primera alarma. Cuando la gente se enteró, una oleada de indignación y críticas sin precedentes invadió las redes sociales de China. Pero esta relativa libertad informativa ha durado poco. Las autoridades se han encargado de eliminar los comentarios en Internet y los críticos son silenciados.
El presidente Xi Jinping se ha dejado ver con mascarilla y rodeado de cámaras de televisión. Las purgas de críticos del gobierno han causado ya numerosas bajas políticas en la provincia de Hubei, epicentro del brote. Como respuesta, la construcción de dos hospitales en 10 días en Wuhan y el envío de 4.000 médicos militares han resonado en los medios estatales. El Gobierno exhibe a los pacientes recuperados mientras otros son conducidos por personal médico para bailar una alegre canción. Una campaña policial anima la gente a llevar una mascarilla.