Fue advertido de lo duro que sería
Tras graduarse, Eddie Ledsham fue advertido de lo duro que es el primer año como profesor por los tutores de su universidad. Pero el joven de 22 años encontró un trabajo enseñando a niños de ochos años en Wirral, Reino Unido, y no se lo pensó, aceptó.
Aunque Eddie aprendió en la universidad cómo planear las clases, consideraba que era un trabajo poco práctico: "Nos dijeron que cada lección requería de un plan de tres folios. Considerando que estaba planeando siete lecciones al día, cinco días a la semana, eso era mucho planear", confiesa Ledsham.
Eddie vivía con su padre, se levantaba a las 5:30 de la mañana para seguir con la planificación de las clases y era el último en irse de la escuela a las 6:30 de la tarde.
En lugar de socializar con el resto de los profesores durante el almuerzo, se encerraba en el aula para seguir trabajando. "La mayoría de los profesores de la escuela sólo me hablaban para informarme que había hecho algo mal y, si hacía algo bien, pasaba desapercibido", confiesa.
"Sentí que lo que se esperaban de nosotros era astronómico. Me encanta trabajar con niños pero el problema de la enseñanza es que se depositan demasiadas expectativas", explica Eddie al diario británico Mirror.