TOMAN LAS DECISIONES EN LA PLAYA
Se acerca el conocido como el encuentro de verano de Beidaihe o quizá se esté celebrando en este preciso instante, ya que nadie sabe con certeza ni cuándo empieza ni cuándo termina, aunque siempre surgen algunas pistas a pesar de su secretismo. Como la actividad que ya empieza a notarse en los complejos hoteleros de esta costa -la de Bohai, a unos 300 kilómetros de Pekín- o la desaparición paulatina de los políticos de las portadas de los periódicos.
Todo ello indica que los líderes están más cerca de este retiro veraniego, al que llevan desplazándose desde 1950 y que utilizan a modo de centro político con un ambiente más distendido pero -siempre- con importantes debates por delante. Este año, la cita marcará el futuro no sólo de China, sino también el legado del recién elegido presidente Xi Jinping.
Entre las decisiones a tomar se encuentra el desenlace del mayor escándalo político del país desde la masacre de Tiananmen, el caso Bo Xilai, el "príncipe rojo" que todos apuntaban como uno de los posibles nuevos líderes de China hasta que su mano derecha le culpó de corrupción y acusó a su mujer del asesinato de un británico.
Ella fue hallada culpable de este crimen y condenada a pena de muerte suspendida, que puede traducirse en cadena perpetua, y su mano derecha, Wang Lijun -el jefe de policía en la ciudad en la que Bo gobernaba-, fue también juzgado por corrupción y otros delitos, y sentenciado a 15 años de prisión.
Ahora llega el momento del juicio a Bo, después de ser acusado formalmente por un tribunal en julio y cuya sentencia se espera "acordar" por los líderes en este retiro veraniego, un 'castigo' que se forjará en un acalorado debate. Según diversos analistas políticos consultados, el presidente, Xi Jinping, lo tiene "difícil".
"Algunos le pedirán la pena de muerte"
"Debe mostrar dureza contra la corrupción, pero ¿hasta qué extremo? Algunos le pedirán pena de muerte porque si no, su campaña contra la corrupción en el Partido no será creíble. Otros opinan que puede pasarse. Tendrá que medir bien el mensaje que quiere lanzar", señala un alto diplomático en Pekín que pide guardar el anonimato por lo delicado del asunto.
Y es que, la sentencia a Bo "es algo con lo que Xi definirá su capacidad de acción", asegura el experto Francisco Nieto, director de "Americas Global Project" de la Universidad de Georgetown, y con años de experiencia en política china. Pero no sólo la importancia del encuentro veraniego recae en el final que le espera a Bo.
Encima de la mesa están cuestiones "de una importancia histórica", como la concerniente a la reestructuración del Partido y el Gobierno, señala Nieto, quien no duda que Xi dará pasos hacia la apertura política. "Apostará por reformas encaminadas a centralizar más el poder y restar importancia a los gobiernos locales, una tarea más que difícil ante la descentralización actual", señala el profesor de Georgetown.
"Busca la concentración de poder en unos pocos que permita manejar la situación mejor y hacer avances", indica Nieto, quien señala algunas pistas que apuntan a ese rumbo, como las auditorías que ha iniciado China a las finanzas estatales de todos los niveles de Gobierno del país. "Que les revisen ya dice mucho. Si no hay dinero, pierdes poder", añade el experto.
Precisamente, el dinero es lo que también está estrechamente ligado al último de los debates -y no menos importante- que se librarán en Beidaihe: el de las próximas reformas económicas. Expertos como el profesor de la Escuela de Negocios China-Europa (CEIBS), Xu Bin, prevén que serán reformas pro mercado, unos cambios "urgentes" que marcarán un importante punto de inflexión en China.
El secretismo con que los líderes chinos intentan mantener esta reunión, de la que la prensa estatal no habla, choca en esta ocasión con la intensa vigilancia a la que los ciudadanos están sometiendo a sus dirigentes. Las activas redes sociales chinas también buscan su hamaca en la playa.