LA GUERRA SIRIA EN LÍBANO (2/4) | HUIDA E INCIERTO RETORNO

Pobreza o guerra: el dilema de más de un millón de refugiados sirios en Líbano

Ocho refugiados sirios explican la angustia de la huida y el retorno, que pasa por la mente de más de un millón de compatriotas que permanece a la espera de volver a un hogar que ya no existe.

“Estábamos sentados en un bar bebiendo café y bromeando cuando oímos a los vecinos gritar. Era una bomba que había caído en otra calle, pero tuvimos que abandonar nuestras casas porque quizás caía otra. Veinte minutos después nuestra casa fue destruida por una bomba”. Esto es lo último que Zakia Shaikho, refugiada sirio-kurda casada y sin hijos, recuerda haber visto en Siria, lo que le hizo decidir que no quería permanecer más tiempo allí. Lleva cuatro años viviendo en Beirut y dio el paso, junto a su marido, su suegra y su cuñado, porque el piso en el que vivían en Afrin, cerca de Alepo, fue destruido. Fue la gota que colmó el vaso de una vida ya muy complicada sin trabajo, dinero, ni comida, por la destrucción general de la localidad durante la guerra. Ahora la madre de esta joven de mirada serena también está viviendo en Líbano, aprovechando que su hija residía en el país, con cuatro de sus seis hermanos, mientras que los otros dos están viviendo en Irak y en el Kurdistán.

La emigración de un país es un paso complejo para muchas personas, más si esa salida se da para huir de una guerra o conflicto armado como refugiado. Sin embargo, los motivos que llevan a esta decisión final son múltiples, además del peligro en sí como los continuos problemas de violencia y de bombas.

"Nuestra casa fue destruida por una bomba"

Fatima Shabe y su familia perdieron la casa en la que vivían en una zona asediada por el Ejército del Gobierno en Damasco tras un bombardeo. Desde entonces hasta hace dos años vivió con su marido y sus cuatro hijos –de 5 a 14 años en el momento de la conversación– en una escuela habilitada para familias que se habían quedado sin hogar. Fue la mala convivencia en este recinto y no la destrucción de su casa en sí lo que le llevó a tomar la decisión de marcharse. El momento clave se produjo cuando en una pelea con otras madres le partieron un dedo. Entonces, esta mujer de 39 años y vestimenta oscura decidió que ese no era un buen entorno para criar a sus hijos, siendo Líbano el país al que más facilidades tenían de ir por su (mejorable) situación económica.

En el caso de Rabieh el Jaled, refugiada de Damasco cuyo marido trabajaba en Líbano antes de la guerra –motivo por el que eligió este país como destino–, la huida se debió a que sus diez hijos enfermaron por el estrés. Shirin, sin hijos, también decidió mudarse hace tres años con su marido a Líbano porque él trabajaba ya en la construcción en el país, pero no hubo un detonante concreto: “Había muerte por todos los lados”. Este también es el caso de Zuhui, refugiada de 17 años que afirma que se fueron por la guerra, aunque no sabían quiénes les atacaban, y por eso decidieron marcharse hace dos años. La situación económica de su familia hizo que no pudieran irse a otro país “más lejos”.

Randa, refugiada de 38 años con ocho hijos, decidió marcharse hace cuatro años de Siria junto a su marido e hijos “por la destrucción” y eligió Líbano como destino porque era donde vivía uno de sus hermanos, aunque su hijo mayor –de 23 años– se quedó luchando con el régimen.

Zuhui, refugiada siria de 17 años que vive en Líbano con su marido libanés | Alba Gómez Varela | Rosa Soto

Laila, entrevistada en un centro de Médicos Sin Fronteras esperando a que atendiesen a su hijo de pocos meses con una enfermedad rara en la piel, huyó a Líbano un mes antes de la conversación con sus ocho hijos. La tímida mujer evita especificar el motivo que le llevó a tomar la decisión después de cinco años de enfrentamientos.

"Había muerte por todos lados"

La imagen de los niños refugiados es mucho más positiva y ninguno de ellos comprende la determinación de sus padres de haberse marchado del país. Aseguran, como Amjad, un niño de 7 años que lleva dos meses viviendo en Líbano con sus padres y sus ocho hermanos, que se sentían seguros y que “la vida en Siria era buena”. De pocas palabras y orgulloso de su camiseta del Barça, el pequeño confiesa que ahora sólo le interesa poder trabajar para ayudar a su familia y por eso está aprendiendo el oficio de la construcción junto a su padre.

En pocas líneas se resume la historia de la huida de ocho personas y sus familias, pero el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) tiene registrados 1.033.513 refugiados sirios en Líbano, de las cuales alrededor del 80% son mujeres y niños. Esta cifra puede ser mucho mayor porque se dejaron de hacer registros legalmente el 5 de mayo del año pasado a petición del Gobierno.

La huida a Líbano desde mayo de 2015 es mucho más complicada, incluso si se entiende este Estado como un intermediario para llegar a otros países, porque las fronteras están cerradas, así que los sirios están atrapados en su propio país. La consecuencia es el aumento de la vulnerabilidad de los refugiados sirios y las probabilidades de que sean explotados o introducidos en redes de contrabando y tráfico de personas porque la frontera sólo se puede pasar de forma clandestina y si intentan hacerlo de un modo legal pueden ser encarcelados. Este hecho provoca, además, que las mujeres se vean obligadas a mantener relaciones sexuales “por supervivencia”, indica Lisa Abou, asistente de Comunicación e Información Pública de Acnur en Líbano.

Las mujeres se ven obligadas a mantener relaciones sexuales "por supervivencia"

El contrapunto lo pone Enrique Pedrosa, agregado de Interior en la Embajada española en Líbano, que defiende que el Integrated Border Management Lebanon, con el que coopera España y que está relacionado con la gestión de las fronteras terrestres entre Siria y Líbano, “no supone cerrar las puertas, sino ordenar de forma coherente para que las personas fluyan de una forma regular y legal”, lo que “redundaría en una mejora”.

La vida como refugiado en las ciudades y pueblos

Si la huida de Siria en algunas ocasiones no ha resultado sencilla, la supervivencia en el país de acogida depende mucho de las circunstancias familiares y locales de cada uno. Más del 70% de las familias sirias refugiadas en Líbano viven bajo el umbral de la pobreza, que es 3,84 dólares al día, y el 50% de esta población se encuentra por debajo del nivel de extrema pobreza.

Debido a que la mayoría de los refugiados sirios no tienen permiso de trabajo en Líbano, salir adelante es muy difícil. Independientemente de la historia de cada familia, todos los refugiados sienten que se comprenden porque todos sufrían la guerra. Entre las dificultades, una de las mayores preocupaciones son los altos precios de los alquileres de casas que ni siquiera están habilitadas para vivir, la discriminación y los problemas de convivencia. Randa añade que el mayor obstáculo, sin ninguna duda, es que todo es muy caro. De hecho, vivir en Beirut o pasar una temporada de vacaciones es caro incluso para el visitante europeo.

Una mujer pide junto a dos niños en la calle de Hamra, en el centro de Beirut | Alba Gómez Varela | Rosa Soto

Para Shabe y su familia la vida en Líbano está siendo muy complicada y han tenido que cambiar varias veces de pueblo porque los desalojan de las viviendas que alquilan, aunque ha conseguido que sus hijos estén escolarizados gracias a sus vecinos. El Jaled, mujer de sonrisa amplia, asegura que no tiene ninguna queja, a pesar de que vive con su marido y diez hijos en una casa con una habitación y un salón. Solo repite que todos “están bien” entre risas y se resigna a la situación que les ha “tocado”. Shaikho es la más afortunada de todas tras haber conseguido un empleo a los cuatro meses de haber acabado sus estudios en sociología con 27 años.

Vivir en el país es caro incluso para le visitante europeo

Un problema adicional para desarrollar la vida diaria en Líbano se lo encuentran aquellas mujeres que están con sus hijos en Líbano como refugiados, legal o ilegalmente, pero sus maridos se han tenido que quedar en Siria o están en otros países como Canadá o Alemania esperando la reunificación familiar. No obstante, Foued Gamoudi, coordinador de Área del sur de Beirut de Médicos Sin Fronteras, indica que “las familias vienen juntas generalmente”.

Por su parte, Laila explica que aunque su marido haya viajado con ella y sus hijos, la situación que atraviesa es igual de complicada porque él no tiene trabajo y tienen que vivir de las ayudas que les dan, que son insuficientes para cuidar de sus ocho niños.

En contra del reasentamiento

Una vez en Líbano, la mayoría de las familias no quieren ser reasentadas, aunque desde la perspectiva de Occidente mucha gente se sorprenda. “Cuando tu casa está justo al otro lado de la puerta y estás esperando para volver a casa, necesariamente no tienes por qué querer ir al otro lado del mundo con una cultura e idiomas diferentes”, justifica Matthew Saltmarsch, responsable senior de Comunicación de Acnur en Líbano.

"No tienes por qué querer ir al otro lado del mundo"

Por ejemplo, dos de las familias que se seleccionaron en junio de 2016 para ser reasentadas en España no emprendieron finalmente el viaje: a una no se la encontró y la otra quería viajar con más gente de la que cumplía las condiciones de vulnerabilidad.

Volver o no a Siria, un país destruido

En lo que no existe tanta unidad entre los propios refugiados es en si planean regresar cuando acabe la guerra, aunque el sentimiento mayoritario es el de estar a favor de volver a casa.

Shaikho sí que querría volver porque “ningún país es como tu propio país”, donde espera poder ayudar a la gente y vivir en su propia casa porque ahora siente que va “con la casa a cuestas”, aunque matiza que depende de cómo acabe la guerra, ya que ahora Siria “está destruida”. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) cifra el costo de la reconstrucción en Siria entre 100.000 y 200.000 millones de dólares, y podría llevar hasta dos décadas.

Asad, refugiado sirio de 10 años que vive en Líbano | Alba Gómez Varela | Rosa Soto

La reconstrucción costará entre 100.000 y 200.000 millones de euros

Igual de dividida se encuentra El Jaled, cuya intención es volver a Siria cuando acabe la guerra, pero de momento no quiere hacerlo porque, aunque le gusta mucho su país, “eso ya no es Siria”. Shabe, con metástasis, tiene mucho más claro que desea irse a Siria porque no quiere “esperar a la muerte” en Líbano, a pesar de ser un país “en el que no escucha disparos”. Randa también tiene entre sus planes regresar a su país, pero la condición para eso es que sus hijos “estén seguros”.

El caso de los niños es mucho más claro. Amjad explica, que cuando llegó a Líbano, dos meses antes de la conversación, se volvió “loco” y sólo “quería volver a Siria”, asegurando que no tenía miedo porque vivía “en un muy buen país”, aunque sus amigos también se marcharon a Turquía. Asad, de 10 años, comparte su opinión tras cinco años en Líbano, ya que “Siria es mejor que Líbano” porque “en Siria se respeta más que en Líbano”, considerando que aquí no los tratan como “seres humanos”. Sorprende su determinación a pesar de que por su edad no tiene apenas recuerdos de su país natal. Sin saber por qué se fue de su casa y echando de menos a sus tíos –la familia es muy importante en esta cultura–, se afana en dibujar ¨como los mayores”, ya que es así como se siente un pequeño que hasta sus primeros recuerdos están impregnados por la guerra.

Zuhui, por su parte, quiere quedarse en Líbano puesto que se ha casado con un libanés y desea continuar en el país formando una familia. Su familia, además, conforma ese bajo porcentaje de personas que está buscando ser reasentado. Shirin también planea quedarse en Líbano, incluso cuando finalice el conflicto, debido a que lo único que quiere hacer es cuidar de su marido y él “tiene que trabajar en Líbano”.

"Aquí no nos tratan como seres humanos"

Parece pronto para hablar del regreso porque la situación en Siria está lejos de ser resuelta, aunque los libaneses quieran a los sirios fuera de su país. Desde Acnur recuerdan que “los refugiados tienen una protección internacional” que les permite estar en otro país hasta que “ellos se sientan seguros y que es el momento de volver a casa y nadie puede echarlos de un país”. Sin embargo, cada año elaboran una encuesta que sirve de base para definir las necesidades de los refugiados sirios en Líbano y en esta edición se han añadido por primera vez cuestiones sobre el retorno, como “¿cuál es tu prioridad para volver a Siria?”. Así comienza “el primer paso” de un largo proceso para que estas ocho mujeres, sus familias y sus compatriotas decidan si desean volver a Siria, ese país del que nunca quisieron huir.

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