Rusia
Ksenia Sobchak, una de las periodistas más conocidas en Rusia, ha huido rumbo a Lituania tras ser acusada de extorsión por el Kremlin. Es ahijada de Vladímir Putin y su padre fue alcalde de San Petersburgo.
Hace muchos años, una fotografía adquirió una dimensión histórica en Rusia. Vladímir Putin, que había sido nombrado presidente interino de Rusia el 31 de diciembre de 1999, mostraba su imagen más sentimental del mundo apenas dos meses después de jurar el cargo. El hombre que fue su mentor en la política, y antaño alcalde de San Petersburgo, Anatoli Sobchak, perdió la vida a los 62 años. Putin, al borde de las lágrimas en el funeral de su fiel amigo y maestro, nunca volvió a ser visto así en público.
Y, ahora, el nombre de Sobchak vuelve a resonar en su mente. Pero esta vez no es por su mentor, sino por su hija, Ksenia, que ha desafiado al Kremlin, y muy especialmente al poderoso hombre que forjó su padre, el actual gobernante ruso. Ksenia Sobchak, periodista de profesión, ha huido de Rusia tras ser acusada de extorsión por el Gobierno ruso. Asegura que "no se lo puede creer" y denuncia que se han fabricado pruebas en su contra.
Sobchak había grabado hace unos meses un documental en el que narraba y mostraba pruebas y testimonios de las torturas en las cárceles de Rusia, lo que ha sido motivo suficiente para que el Kremlin trate de ir a por ella. Aunque fue grabada por las cámaras de seguridad, ella consiguió pasar desapercibida. Tuvo que cruzar por su propio pie la frontera de Bielorrusia para poder refugiarse en Lituania, donde se encuentra actualmente, a la espera de novedades sobre su situación judicial.
La purga periodística en Rusia
La represión del periodismo en Rusia se ha vuelto cada vez más obvia. De hecho, ya casi todos los medios de comunicación están totalmente controlados por el Kremlin. Y, quienes se atreven a disentir del discurso del Kremlin, se arriesgan a ser multados en el mejor de los casos. Otras opciones pueden llegar a ser el encarcelamiento o las conocidas como 'muertes en extrañas circunstancias' que tantas veces se han producido en los últimos tiempos.
El diario Nóvaya Gazeta, fundado por el último presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, cerró por completo el pasado mes de marzo, ya iniciado la guerra en Ucrania, y siendo el último reducto de la Rusia democrática que aún se mantenía en pie. Gorbachov, que fallecería cinco meses después, murió sin ver terminada la invasión, con la lástima de ver clausurado el medio de comunicación que él mismo fundó, y con Vladímir Putin negándole un funeral de Estado.