Perú
Orgulloso de su identidad como campesino y maestro, el peruano natural de un pequeño pueblo llamado Tacabamba, asume su cargo como presidente del país con dos ideas claras: poner fin a la corrupción y redactar una nueva Constitución que vele por el bien común en Perú.
Se han necesitado ni más ni menos que seis semanas para confirmar la victoria de Pedro Castillo, el nuevo presidente de Perú, que ha jurado cargo este 28 de julio. "Por primera vez este país será gobernado por un campesino", ha afirmado orgulloso el nuevo presidente. Lo ha hecho con dos ideas claras, las de acabar con la corrupción en el país y crear una nueva Constitución. Castillo afronta el liderazgo sumido en varios retos, entre los que se encuentra el lidiar con las presiones de un Congreso fragmentado y la relación con su propio partido 'Perú libre'.
Además de la propia situación política a la que deberá hacer frente el nuevo gobernador, el país también se encuentra en plena crisis provocada por el coronavirus, en la que Perú ha sido brutalmente golpeada reportando la mayor tasa de mortalidad del mundo por cada 100.000 habitantes. Su recuperación económica sigue por confirmar y es que, aunque en los últimos años el escenario peruano ha mejorado, aún hay un 30 % de la población que vive en la pobreza.
Precisamente, es este uno de los aspectos por los que Castillo ha triunfado. Muchos peruanos confían en que las políticas económicas por las que apueste el nuevo jefe del Gobierno sean beneficiosas para aquellos grupos de la población que aún han podido disfrutar del crecimiento económico de su país.
Vladimir Cerrón, una carga a la espalda de Castillo
Acusado de querer replicar políticas relacionadas con el sistema cubano o venezolano, Castillo ha defendido que no "va a copiar el modelo de ningún país" e insiste en que Perú no es chavista, ni comunista, ni extremista, sino "un país emergente que rechaza rotundamente los modelos de otros países", refiriéndose a aquellos por los que ha sido señalado.
En cuanto a la polémica con Vladimir Cerrón, el aliado más radical del nuevo presidente y dueño del partido que ahora lidera Castillo, se presenta como una de las situaciones más tensas con las que tendrá que lidiar. La creencia generalizada en el país es que quien realmente controla 'Perú libre' es Cerrón y, de hecho, fue uno de los mayores ataques que su oponente, Keiko Fujimori, más repitió contra Castillo durante la campaña.
La figura de Cerrón es conocida por su radicalidad de izquierdas, una idea de la que Castillo quiere alejarse porque necesita alcanzar pactos en el congreso por el bien de su país.
El campesino desconocido que se hizo con el cariño del pueblo
Será el quinto presidente de Perú en tan solo cinco años. Su inusual identidad ha cautivado a buena parte de la población, por lo que finalmente ha salido vencedor. Muy ligado al mundo del campesinado por haber ejercido en Tacabamba, el pequeño pueblo del que es natural, como agricultor durante varios años de su vida, Castillo afronta el nuevo cargo con la misión de apoyar a este sector del país, que a su vez es también el más pobre.
Acompañado siempre de su característico sombrero de paja y sus sandalias, mantiene su identidad rural en su nuevo puesto en la presidencia. Además, también es maestro de profesión y en varias ocasiones ha repetido que luchará por mejorar el sistema educativo en el país porque en las zonas más pobres de Perú no tienen suficientes escuelas para los pequeños.
Esta cercanía al pueblo y su particular forma de entender la gobernanza han terminado por darle la victoria en unas urnas que parecían no terminar por ponerse de acuerdo.