CENTENARIO DEL GENOCIDIO
El Papa ha comenzado su segundo día en Armenia visitando el Memorial de Tzitzenakaberd, que recuerda al millón y medio de personas fallecidas durante las persecuciones perpetradas por el Imperio Otomano entre 1915 y 1923 y a las que ayer, en su discurso ante el presidente armenio y el cuerpo diplomático, el Pontífice volvió a referirse con la palabra "genocidio".
Tras ser recibido por las autoridades, el Papa Francisco, acompañado de su séquito y de diversas autoridades civiles y religiosas, entre ellas el presidente de Armenia, Serzh Sargsián, ha dejado una ofrenda floral de rosas blancas en el memorial, que fue llevada hasta el lugar de manera solemne por tres guardias.
Después, ha plantado un árbol y ha tenido un breve encuentro con descendientes de los niños armenios que fueron acogidos en el Vaticano por el Papa Benedicto XVI. El Papa Francisco ha elevado una oración por las víctimas en Tzitzernakaberd, la Fortaleza de las golondrinas pequeñas.
Tras la oración, el Pontífice ha dejado un mensaje en el libro de visitas, en el que ha escrito, entre otras frases: "La memoria no se diluye ni olvida: memoria es fuente de paz y de futuro".
El Memorial se encuentra junto al Museo del Genocidio Armenio, al oeste del río Hrazdan y en el extrarradio de la capital, Ereván. Es una construcción que se inició en 1966, cuando un millón de personas se manifestaron en Ereván durante 24 horas para conmemorar el 50 aniversario de las persecuciones. Los trabajos terminaron en 1968.
En este memorial hay una estela de 44 metros de alto que simboliza el renacer de los armenios. Se ubica al lado de las doce losas y está hecha de basalto. Las losas, entre las cuales se ubica la llamada "llama eterna", representan a las doce provincias perdidas en el actual territorio de Turquía.
El memorial tiene una muralla en la que están inscritas los nombres de las ciudades y aldeas armenias en las cuales se ejecutaron las masacres.