EN SU VISITA A UN CENTRO PENITENCIARIO
El Papa Francisco conoció este martes de la voz de las mismas reclusas el tormento de tener que hacer crecer a sus hijos en una cárcel o no poder estar con ellos, durante su visita a una penitenciaria femenina en Santiago de Chile. Francisco ha visitado numerosas prisiones durante su pontificado y se ha encontrado con reclusas, pero es la primera vez que visita una cárcel solo femenina, y el testimonio de una de ellas, Janeth Zurita, le puso frente al drama de estas madres privadas de libertad: el destino de sus hijos.
A su llegada a este acto de su primera jornada de visita a Chile, varias mujeres con sus hijos pequeños, con quienes viven en la cárcel, recibieron al Papa argentino. Una embarazada pidió que le bendijese al niño, que se llamará Lucas y que nacerá en la cárcel, y con todas ellas se detuvo durante unos segundos para escucharlas. Después, en el gimnasio de este centro penitenciario, decorado por las reclusas con flores y grullas de papel, que simbolizan la esperanza, y tiras de colores con las palabras de Francisco sobre las prisiones, el pontífice fue besando y abrazando a todos los hijos de las mujeres presentes.
Durante el acto tomó la palabra primero la hermana Nelly León, encargada desde hace más de diez años de la pastoral carcelaria en esta prisión. León explicó que las cerca 400 mujeres presentes representaban "a los 50.000 hombres y mujeres privados de libertad", a quienes denominó como las personas "mas olvidadas de nuestro país". Una de estas personas era Janeth Zurita que agradeció al Papa que hubiese pensado "en las mujeres privadas de libertad, porque, cuando lo hizo, sé que pensaba en nuestros hijas e hijos", dijo. "Nada ni nadie reemplaza a una madre", afirmó Zurita, quien pidió a Francisco que interceda ante las autoridades para que la Justicia modifique el tratamiento jurídico de las "madres con niños menores".
"Papa, amigo, nuestros hijos son los que más sufren por nuestros errores con nuestra privación de libertad, sus sueños se les truncan y con esto, a veces, les obligamos a cometer los mismos errores que nosotras", agregó. "Y esto es un profundo dolor para nosotras", admitió, haciendo llorar a algunas de las mujeres presentes. "He visto llorar a muchas, a muchas compañeras al enterarse de que se han cometido abusos a sus hijos o les han matado" fuera de la cárcel, añadió.
Janeth pidió al Papa: "Tenga presente en sus oraciones a nuestros hijos y a nosotras", y que le "diga a Dios que tenga misericordia de nuestros niños y niñas, que ellos también cumplen una condena siendo inocentes". La reclusa también pidió perdón: "Nos hemos equivocado, hemos hecho daño, y hoy públicamente pedimos perdón a todos a los que herimos con nuestro delito. Sabemos que Dios nos perdona, pero pedimos que la sociedad también nos perdone".
Tras cantar las mujeres el himno que ellas mismas han compuesto, Francisco les recordó "que estar privado de la libertad no es estar privado de la dignidad". Indicó a las mujeres que sus hijos deben ser "la esperanza y el estimulo", porque estar privada de libertad "no significa que esa situación sea el fin", y las invitó "a mirar hacia adelante, hacia la reinserción en la vida corriente de la sociedad". Les pidió "gestar futuro para sus hijos" y para ellas y la sociedad y confió en que la "capacidad de poder adaptarse y salir adelante de las mujeres les permita luchar y salir adelante contra los tantos determinismos cosificadores que terminan matando la esperanza". Por último, Francisco terminó los cerca 40 minutos de su visita a la cárcel femenina al igual que la inició, besando a los niños de las reclusas.
Multitudinaria misa ante más de 400.000 personas
El viaje de Papa a Chile cuenta con una cargada agenda. Francisco celebró este martes una multitudinaria misa ante más de 400.000 personas en el parque O'Higgins de Santiago durante la cual elogió la capacidad de reconstrucción del pueblo chileno y emplazó a los fieles de este país, a no "adormecerse en un consumismo tranquilizante". "¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar; cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes!", dijo el pontífice en alusión a las catástrofes que cada cierto tiempo golpean a este país, uno de los más sísmicos y volcánicos del mundo.
En el mismo escenario donde en 1987, durante la dictadura del general Augusto Pinochet, ofició misa Juan Pablo II ante más de un millón de fieles, Jorge Mario Bergoglio elogió "a aquellos que son capaces de ensuciarse las manos y trabajar para que otros vivan en paz" y a quienes "se esfuerzan por no sembrar división". La homilía del sumo pontífice encontró eco en el cardenal chileno Ricardo Ezzati, quien casi al final de la misa recordó los incidentes ocurridos en ese lugar durante la visita de Karol Wojtyla hace treinta años, cuando Chile vivía bajo la dictadura.
"Aquí, mientras las bombas lacrimógenas intentaban apagar el entusiasmo de la gente, las manos de presbíteros, sacerdotes y laicos se alzaban para detener la barbarie e implorar la paz, en un país que tiene por vocación el entendimiento y no el enfrentamiento", dijo. "En este lugar se escuchó fuerte y vigorosa la palabra de un profeta enviado por Dios: ¡El amor es mas fuerte, el amor es mas fuerte!", dijo Ezzati recordando la reacción de Juan Pablo II.
La presencia en la misa del cuestionado obispo de la diócesis chilena de Osorno, Juan Barros, acusado de encubrir abusos sexuales, desató la polémica en las redes sociales y círculos políticos y religiosos, donde se cuestionó la sinceridad del perdón que pocas horas antes había ofrecido el pontífice a las víctimas de abusos sexuales. En sus primeras palabras en Chile, el papa pidió perdón y dijo sentir "dolor y vergüenza" por "el daño irreparable causado a niños por ministros de la Iglesia".
Mientras el Papa le hablaba a los creyentes, en las inmediaciones del parque O'Higgins se desarrollaba una minoritaria manifestación no autorizada denominada "Marcha de los Pobres" y que la policía terminó disolviendo y con una veintena de detenidos. Los manifestantes portaban pancartas con leyendas como "Papa: los pobres marchamos contra las migajas de esta democracia", o "No puede dar la paz un cómplice que ayuda y ampara a violadores".
Además de estos incidentes, una persona le lanzó al pontífice un periódico que le golpeó levemente el cuello y el hombro cuando se dirigía en el papamóvil al lugar de la misa, la primera de la gira que estos días realiza por Chile y Perú. La visita del Papa a Chile, que ha estadio precedida de una serie de ataques contra templos católicos en las ciudades de Santiago, Concepción y Melipilla, y la región de la Araucanía, está siendo resguardada por 18.000 policías y más de 15.000 voluntarios.