EL PONTÍFICO SE SINCERA EN UNA ENTREVISTA
El papa Francisco se reconoce como "callejero", dice que la gente le tira "buena onda", confiesa que le conmueven los dramas humanos, que es "cobarde" ante el dolor físico y desea que lo recuerden como "un buen tipo".
En una entrevista publicada por el diario La Voz del Pueblo, de la ciudad bonaerense de Tres Arroyos, el sumo pontífice asegura, además, que "nunca" soñó con ser Papa, ni siquiera cuando en 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, viajó a Roma para participar en el cónclave.
"A mí nadie me nombraba, nadie. (...) Tanto era el asunto que ni una foto mía salió en los diarios, nadie pensaba en mí. En las casas de apuestas de Londres estaba en el número 46 (se ríe con ganas). Yo tampoco pensaba en mí, ni se me ocurría", aseguró.
Dice que disfruta de las audiencias de los miércoles en el Vaticano porque la gente le "hace bien" y le "tira buena onda".
Aunque vive en la residencia Santa Marta para estar en contacto con las personas, admite que añora salir a la calle, como hacía en Buenos Aires.
"Eso sí lo añoro, la tranquilidad de caminar por las calles. O ir a una pizzería a comer una buena pizza", dice.
"Yo siempre fui callejero. La ciudad me encanta, soy ciudadano de alma. En el campo no podría vivir", insiste.
Admite que "es verdad" que en el Vaticano tiene "el apelativo de indisciplinado" porque el protocolo "mucho no" lo sigue.
Francisco dice que le conmueven "profundamente" y le provoca "llanto interior los dramas humanos, como los de los niños enfermos y los de las personas privadas de libertad".
Sin embargo, cuenta que no llora en público, aunque recuerda que una vez casi lo hace y tuvo que contenerse al hablar de la persecución a los cristianos en Iraq.
Dice que "en general" no tiene miedos, que es "más bien temerario", que incluso ante la posibilidad de un atentado se sabe en las manos de Dios, pero admite que sí es "cobarde al dolor físico".
Se queja de que los medios a veces sacan sus palabras de contexto. No ve la televisión desde 1990, no navega por internet y solo lee un diario, La República.
Ni siquiera ve el fútbol para seguir a su San Lorenzo. De los resultados se entera por un guardia suizo que cada semana le informa de cómo el club porteño va en la tabla del campeonato argentino.
Cuenta por otra parte que no sigue las novedades de su país, que vive un intenso año electoral, y que cortó las recepciones privadas a políticos argentinos en el Vaticano, porque se dio "cuenta de que algunos usaban eso" para sus campañas.