CRACOVIA | XXXI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
En su cuarta jornada de viaje en Polonia para participar en la XXXI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), Francisco dedicó la mañana a visitar algunos de los lugares vinculados a la historia y pontificado de san Juan Pablo II.
En el nuevo santuario construido en honor del papa polaco, Francisco celebró una misa en la que indicó a los sacerdotes, monjas y consagrados que lo que "busca" realmente Jesús "son corazones abiertos y tiernos con los débiles, nunca duros"."Corazones dóciles y transparentes, que no disimulen ante los que tienen la misión en la Iglesia de orientar en el camino", señaló.
Francisco reiteró su llamamiento a la Iglesia para que "abra sus puertas" y les recordó que cuando Jesús envió a sus discípulos a predicar ya desde un principio invitó a "que la Iglesia esté de salida, que vaya al mundo"."Jesús los envía a una misión; quiere que abran las puertas y salgan a propagar el perdón y la paz de Dios con la fuerza del Espíritu Santo", dijo.
Lamentó que entre "los sacerdotes y personas consagradas, se puede tener con frecuencia la tentación de quedarse un poco encerrados, por miedo o por comodidad, en nosotros mismos y en nuestros ámbitos".Por lo que aclaró a los miembros de la Iglesia que "la dirección que Jesús indica es de sentido único: salir de nosotros mismos. Es un viaje sin billete de vuelta".
"A Jesús no le gustan los recorridos a mitad, las puertas entreabiertas, las vidas de doble vía. Pide ponerse en camino ligeros, salir renunciando a las propias seguridades, anclados únicamente en él", añadió. Indicó en su homilía dos palabras: "Servicio y disponibilidad", porque les explicó que en la vida religiosa "no hay espacios cerrados ni propiedad privada para nuestras propias comodidades" y "tampoco se dispone de su propio tiempo".
"La casa en la que reside no le pertenece, porque la Iglesia y el mundo son los espacios abiertos de su misión. Su tesoro es poner al Señor en medio de la vida, sin buscar otra para él", insistió. Francisco describió cómo debe comportarse un sacerdote o una religiosa al afirmar que debe "huir" de las "situaciones gratificantes", "de los poderes del mundo", "no pierde el tiempo en proyectar un futuro seguro y bien remunerado".
"No se conforma con una vida mediocre, sino que tiene un deseo ardiente de ser testigo y de llegar a los otros, le gusta el riesgo y sale, no forzado por caminos ya trazados, sino abierto y fiel a las rutas indicadas por el Espíritu", agregó. El papa se encomendó entonces a la "Madre de la misericordia" para que enseñe a la Iglesia "a curar concretamente las llagas de Jesús en nuestros hermanos y hermanas necesitados, de los cercanos y de los lejanos, del enfermo y del emigrante".
El papa comenzó su jornada trasladándose a Lagiewniki, a las afueras de Cracovia, para visitar el convento de la congregación Divina Misericordia, donde se ocupan de ayudar a mujeres y se encuentra la tumba de Santa Faustina Kowalska, muy venerada por Juan Pablo II. Después visitó el santuario anexo, un lugar especial ya que este viaje a Polonia también coincide con el año del Jubileo extraordinario dedicado a la Misericordia proclamado por él y donde confesó a cinco jóvenes.