EN UN HOMENAJE A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
El papa Francisco afirmó este sábado que en la actualidad puede hablarse de una tercera Guerra Mundial que se desarrolla "por partes" mediante "crímenes, masacres y destrucciones" e invocó la paz para detener la "locura" bélica.
El pontífice hizo estas afirmaciones durante la homilía que pronunció en el cementerio militar de Fogliano Redipuglia, al que acudió este sábado para recordar a los caídos de la Primera Guerra Mundial, con motivo de su centenario, y a los damnificados por todos los conflictos bélicos. "Hoy, tras el segundo fracaso de una guerra mundial, quizás se puede hablar de una tercera guerra combatida "por partes", con crímenes, masacres, destrucciones", aseveró.
Francisco indicó que la guerra es "una locura" que crece destruyendo y trastornándolo todo, hasta la relación entre hermanos y "lo más hermoso que Dios ha creado", el ser humano. También recordó que hoy en día hay muchas víctimas y esto sucede porque "en la sombra" convergen "intereses, estrategias geopolíticas y codicia de dinero y de poder", que a menudo encuentran justificación en la ideología.
En concreto criticó a la industria armamentística -"que parece ser tan importante"- a la que tildó junto al resto de factores de "planificadores del terror" y de "organizadores del desencuentro".
Fogliano Redipuglia es una localidad del nordeste de Italia cercana a la frontera con Eslovenia en la que se situó uno de los frentes más encarnizados de la Primera Guerra Mundial. En este municipio se encuentran dos cementerios en los que yacen los combatientes de ambas partes beligerantes: el Imperio Austro-húngaro e Italia.
La intención del papa fue la de invocar la paz y orar por los caídos en todos los conflictos bélicos por lo que, de manera simbólica, visitó ambos camposantos con el fin de honrar a los caídos de ambos bandos.
En primer lugar rezó en solitario en el cementerio austrohúngaro, donde permanecen sepultados 14.550 soldados del Eje Central, y acto seguido se desplazó al cementerio militar de Redipuglia, donde reposan los cadáveres de 100.000 soldados italianos y donde celebró la misa, el acto central de este viaje pastoral de apenas cinco horas.
La misa tuvo lugar en el sagrario de Redipuglia, una colosal grada de piedra coronada por tres cruces mandada construir por Benito Mussolini en 1938 y que hoy en día constituye el mayor monumento a los caídos de guerra de todo el país.