Cumbre OTAN Madrid 2022
Los líderes de los 30 países que forman la Alianza Atlántica analizarán los retos defensivos del futuro en pleno pulso con Rusia.
Cuando hace un año se anunció que Madrid acogería la próxima cumbre de la OTAN, nadie imaginó que se llevaría a cabo mientras Europa hace frente a la mayor ofensiva bélica en su territorio desde la Segunda Guerra Mundial. La invasión rusa de Ucrania marcará sin duda la cita de dos días que reunirá en la capital de España a los líderes de los 30 países que forman parte de la Alianza junto a los de los países invitados.
Una de las consecuencias de la ofensiva de Putin ha sido precisamente el impulso a las peticiones de adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN, así como la decisión de reforzar la presencia militar en el flanco Este de Europa. Si Putin invadió Ucrania con la intención de alejar a la OTAN, el efecto ha sido el contrario. Lituania, Letonia y Estonia, los únicos miembros de la Alianza que formaron parte de la Unión Soviética, aspiran a recibir muchos más refuerzos de los aliados tras la cumbre de Madrid.
Esa 'operación especial' de Putin, el eufemismo con el que el Kremlin quiere evitar llamar a la invasión por su nombre, influirá en las decisiones que conformarán el llamado 'concepto estratégico' que recogerá la estrategia defensiva de la OTAN para la próxima década. Un texto que actualizará el rubricado en Lisboa en 2010 y en el que Rusia se consideraba todavía un socio. Estados Unidos sale reforzado como el motor de la Alianza, lo que llevará también a incluir a China entre los retos estratégicos junto con los retos que supone el desarrollo tecnológico. Además, España ha jugado todas sus cartas para que también se incluya una estrategia de seguridad para el 'vecindario sur'. Es decir, que la OTAN mire también a África para hacer frente a amenazas como el uso de la migración como arma política o el terrorismo yihadista.
Cambio del tablero geoestratégico
El tablero geopolítico actual hace que la cumbre de la OTAN de Madrid se considere una de las más importantes en décadas, comparable a las cumbres celebradas a principios de los años 90, tras la disolución de la Unión Soviética. Si los conceptos de Lisboa (2010) y Washington (1999) consideraron una hoja de ruta para el mundo esbozado tras la Guerra Fría, dominado por Occidente y que veía esperanzas en interactuar con Rusia o con potencias emergentes como China, ahora el contexto es otro.
La rivalidad estratégica entre Estados Unidos y China plantea nuevos retos en múltiples aspectos. No será suficiente actualizar la defensa y la disuasión sino que será necesario apostar por la innovación tecnológica, preparar la capacidad de respuesta ante injerencias híbridas que pueden llegar en forma de ciberataques o de campañas de desinformación masiva. Sin ir más lejos, una de las alertas de la propia cumbre es la posibilidad de sufrir un ciberataque mientras se desarrolla.
Si Trump definió a la OTAN como una organización en estado de 'muerte cerebral', el contexto actual ha dado oxígeno y estímulos para seguir expandiéndose y para afrontar los desafíos del presente y los que están por venir.