Libia
Representantes del Gobierno y el Parlamento de Libia, bandos enfrentados desde hace seis años en guerra civil, han firmado un alto el fuego permanente para todo el territorio nacional que implica, entre otros puntos, la salida de toda fuerza extranjera del país en el plazo de tres meses.
El acuerdo, logrado con la mediación de la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas para Libia (UNSMIL), fue suscrito tras cuatro rondas de conversaciones en la sede europea de la ONU en Ginebra por la Comisión Militar Conjunta 5+5, formada por diez representantes de los dos ejércitos en conflicto.
Vuelta a los cuarteles
La jefa en funciones de UNSMIL, Stephanie Williams, explicó en rueda de prensa posterior que el acuerdo tiene efecto inmediato e implica que "todas las unidades militares y grupos armados desplegados deben retornar a sus cuarteles".
Ello deberá ir acompañado de "la salida del territorio libio de todos los mercenarios y tropas extranjeras que operen en tierra, mar y aire", añadió Williams, quien matizó que el alto el fuego no se aplicará a los grupos incluidos en la lista de organizaciones terroristas de Naciones Unidas.
Además, hasta que un gobierno unificado de las dos partes en conflicto no asuma sus funciones, se detendrá el entrenamiento de tropas y también saldrán del país los equipos extranjeros de formación militar, agregó.
El acuerdo incluye la creación de centros de operaciones conjuntos de policía y ejército para garantizar la seguridad del territorio, así como la posible reintegración, en ciertas condiciones, de miembros de grupos armados a "instituciones estatales".
El Consejo de Seguridad, garante
Las dos partes pidieron que tras la consecución del nuevo acuerdo el Consejo de Seguridad adopte una resolución que garantice su cumplimiento, y no sólo por los actores en el interior de Libia sino también los del exterior.
La Comisión Militar Conjunta 5+5 ya consensuó el pasado miércoles, 21 de octubre, la reapertura de las rutas terrestres y aéreas en Libia, algo en lo que se había logrado un principio de acuerdo el pasado mes durante negociaciones celebradas en la ciudad egipcia de Hurgada.
Ese acuerdo ya ha tenido como fruto esta semana la reapertura de vuelos entre Trípoli y Bengasi, las dos principales ciudades del país (controlada la primera por la facción estatal y la segunda por la parlamentaria).
Un conflicto enquistado
La guerra civil libia enfrenta al Gobierno con un Parlamento que, con sede en Tobruk, controla buena parte del territorio nacional mediante las milicias encabezadas por Jalifa Hafter, hombre fuerte de Muamar al Gadafi en las décadas de los años 70 y 80 pero que tras huir a EEUU en 1989 fue el principal líder opositor en el exilio.
En realidad, desde la caída del dictador en 2011, cuando la OTAN contribuyó a la victoria de los heterogéneos grupos y milicias rebeldes que disputaban el poder de Al Gadafi, el país es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil.
El conflicto ha estado altamente internacionalizado en su actual fase, con Turquía, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Rusia y Francia implicadas en su apoyo a las distintas facciones en liza, en ocasiones con ayuda militar directa.