Ártico
La OMM, la Organización de Meteorología Mundial, ha confirmado que durante el verano de 2020 se registraron 38 grados centígrados en una zona del Ártico.
La Organización Meteorológica Mundial ha confirmado que los 38 grados centígrados que se registraron el pasado 20 de junio de 2020 en Verkhoyansk, Rusia, es la temperatura más alta de la que se tiene registro en la región ártica. Se trata de una temperatura, que según han explicado, es "más propia del Mediterráneo que del Ártico".
La temperatura se registró en una estación meteorológica local durante el periodo en el que Siberia se vio sacudida por una ola de calor. Todo esto sucedió a pesar de que se trata de una de las regiones más frías del planeta. Sin embargo, hoy, 14 de diciembre, la OMM ha confirmado que esa temperatura fue real.
Verkhoyansk está situada 115 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico, y su estación meteorológica realiza mediciones desde 1885. El pasado año, Siberia tuvo durante gran parte de los meses estivales temperaturas superiores a la media local en hasta 10 grados, lo que contribuyó a que se produjeran devastadores incendios en la zona y hubiera una gran pérdida de masa helada.
El registro de todos estos datos ha probado que el verano de 2020 fue uno de los tres más cálidos que la Organización de Meteorología Mundial ha registrado a nivel global, según han explicado. La confirmación de este récord es una señal más del cambio climático, subrayó el secretario general de la organización, Petteri Taalas, quien recordó que en 2020 también se midió una temperatura récord en la Antártida, de 18,3 grados centígrados.
Cambio climático
El registro de todos estos datos es sin duda un efecto del cambio climático, siendo el Ártico una de las zonas que, ahora mismo, más afectada se está viendo. Esto es debido a que los casquetes polares se están derritiendo a medida que avanza el calentamiento global. De hecho, se ha perdido una tasa del 13% del hielo marino del Ártico.
Además, en los últimos 30 años, el hielo más antiguo y más grueso del Ártico ha disminuido en un impresionante 95%, según los últimos estudios realizados en esta parte del mundo. Por tanto, se calcula que si las emisiones continúan aumentando sin control, podría provocar que los meses de verano en el Ártico carezcan de hielo, una consecuencia nefasta para el planeta en general.