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Los daños del terremoto de Haití son "todavía visibles" a 8 años de la catástrofe que causó la muerte de 316.000 personas y dejó 350.000 heridos. Las consecuencias de esta falta de capacidad de respuesta se vieron con el paso de los meses e incluso años. Además, a esto se sumaron otras crisis como las epidemias de cólera o los huracanes, como Matthew que en 2016 dejó a su paso más de 900 muertos en el país.
No obstante, Haití se muestra como un país de contrastes, con su cara más amarga, pero también la más dulce. Paisajes que dejan sin palabras destacan entre pobreza y basura. La expresión de la gente también contrasta con sus carencias y necesidades. Todos se ayudan para sobrevivir. Los nietos colaboran con sus abuelos a recoger agua o vender sus productos.
Haití es el país más pobre del continente americano. El 80% de su población vive bajo el umbral de la pobreza y dos terceras partes de ella viven de la agricultura y la pesca. "Si hay un trabajo básico de infraestructuras como levantar escuelas, carreteras y acceso al agua...también es importante establecer un mecanismo de prevención de catástrofes naturales para que llegue la inversión y el país pueda desarrollar todo el potencial que tiene", explica Koldo Echebarría, que trabaja para el Banco Interamericano de Desarrollo.
En 2010, antes de ser sacudido por el seísmo, Haití ocupaba ya uno de los últimos puestos del ranking del Indice de Desarrollo Humano y sigue a la cola. "No es una cuestión azarosa, una ruleta rusa que afecte de forma casual siempre a los mismos, hay que diferenciar entre crisis humanitaria y emergencia", explica también Felipe Noya, vocal de Acción Humanitaria de la Coordinadora de ONGD para el Desarrollo. Añade que cuando sucede una catástrofe de estas características en un país como Haití, "la capacidad de recuperación o de respuesta tiende a cero". Además, reconoce que en este momento, pasados ocho años, la situación es "incluso peor" a la anterior al terremoto.
Los daños del seísmo "son todavía visibles en muchos puntos de la capital", como edificios derruidos o gente sin realojar. Unas 50.000 personas viven todavía en campamentos.