EN LOS ÁNGELES (EE.UU)
Caine Monroy tiene olfato de empresario y la imaginación propia de un niño de 9 años. Este pequeño de Los Ángeles ha creado un rudimentario salón de juegos que alquila a otros niños.
Caine comenzó su aventura empresarial reciclando los desechos del negocio de su padre, una tienda de repuestos para automóviles, y construyó un salón de juegos. Su objetivo: cobrar dos dólares de entrada y que otros niños jugaran en él.
Una vez que terminó de habilitar el local de su negocio, dentro de la tienda de su padre, lo único que le faltaba eran los clientes. Al principio no tuvo mucha suerte, según cuenta su padre, pero todo cambió cuando llegó el primer cliente, Nirvan Mullick. Un hombre que resulto ser un cineasta y convirtió la historia del Caine en un corto.
Impresionado por la iniciativa del chaval, Mullick inició una campaña viral en internet con el fin de recaudar fondos para que Caine fuera a la Universidad.
El resultado: cientos de cilentes y más de 100.000 dólares recaudados en menos de un año. Sin duda un buen negocio y un sueño cumplido para el pequeño Caine.