Hay 17.000 niños soldado en Sudán del sur
Matar o morir. Esa es la difícil elección a la que se enfrentan algunos de los miles de niños que en todo el mundo son enrolados por grupos armados e incluso ejércitos regulares, la mayor parte de las veces a la fuerza. Una elección que no tendrían que tomar si hubieran gozado de la atención y la protección previa que como niños requieren.
Según los últimos datos de la ONU de 2017, un total de siete países reclutaron a menores para las filas de sus Ejércitos: Afganistán, Birmania, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Siria y Yemen. En otros 43 también se entrena a menores para el conflicto armado aunque no se les usa para este fin hasta que no cumplen la mayoría de edad. A esto se suman 56 grupos armados no estatales de varios países que también cuentan con menores en sus filas.
Hain es un antiguo niño soldado al que enrolaron a la fuerza en un grupo armado en Birmania cuando tenía 16 años y al que sus superiores obligaron a matar, amenazándole de muerte si no cumplía las ordenes de sus superiores. "Disparé a más de 100 personas. Algunas de esas personas tenían la misma edad que yo, incluso muchas de ellas parecían más jóvenes", cuenta el menor a la ONG World Vision.
"Cada vez que pienso en esos momentos no puedo dormir, no puedo comer y a veces ni siquiera sé cómo vivir", reconoce Hain. El trauma suele acompañar a muchos de estos menores cuando consiguen escapar o son liberados. Justin es también uno de ellos. Fue enrolado por un grupo rebelde sursudanés cuando atacó su localidad el pasado 2017 y la semana pasada fue liberado junto con otros 300 menores por dos grupos insurgentes.
Según cuenta Justin, quemó su uniforme militar para ayudarle a olvidar los malos momentos vividos como guardaespaldas de un comandante. "Me pasaron muchas cosas malas cuando estuve en el bosque. Si no sales y robas, no tienes nada para comer, cuando las fuerzas gubernamentales nos atacaban, huíamos durante todo el día sin nada que llevarnos a la boca", explica.
"No tengo ninguna ropa que vestir, incluso estos zapatos se los robé a alguien", reconoce.
En general, los niños son raptados para usarlos tanto en el combate como para tareas logísticas y de espionaje, pero también se secuestra a niñas, en cuyo caso suelen realizar tareas domésticas como cocinar para los combatientes, pero también son usadas como esclavas sexuales u obligadas a casarse con estos, además de ser empleadas en ocasiones para el combate.
A Ngalula, de 12 años, fue una amiga la que la 'vendió' a los rebeldes en la República Democrática del Congo (RDC). Según cuenta a World Vision, le pidió que fuera a caminar con ella. "No sabía a dónde íbamos", asegura, pero entonces llegaron al bosque, "donde la milicia tenía su campamento" y sospechó lo que pasaba.
"Le dije: 'No quiero unirme al movimiento; mis padres no quieren que me una'. Pero ella me dijo 'si no te unes te mataremos' y tuve miedo, así que le dije que me uniría a la milicia", recuerda.
Bakhita tenía 12 años cuando los rebeldes se la llevaron de la granja de su familia en Sudán del Sur. Ahora, dos años después, figura entre los últimos liberados, aunque la ONU estima que en el país unos 19.000 niños han sido reclutados por los distintos grupos armados activos en la guerra civil.
"No hay ninguna casa. Dormimos en una tienda de campaña. A veces por la noche, algunos soldados venían y querían violarme. Si me resistía, me golpeaban y me hacían cocinar durante una semana como castigo por negarme a dormir con ellos", relata a en medio de sollozos.
"Todavía escuchamos estas historias de los niños con demasiada frecuencia y las razones por las que terminaron involucrados en los conflictos son desgarradoras: la promesa de una educación gratuita, garantizar que nunca pasarán hambre, el atractivo de proteger a su familia y a su comunidad, son solo algunos ejemplos", lamenta el director de proyectos de World Vision, Andrew Hassett.
A David, un congoleño de 15 años, le hicieron creer esas promesas. "Nunca dejaron de decirme, 'Lucha, y si ganamos, podrás estudiar gratis'. Esto nunca sucedió; ahora, cuando veo a mis amigos ir a la escuela, me siento traicionado; fuimos engañados", se queja a World Vision.
Sin embargo, un futuro mejor para estos niños es posible y de hecho ya se está logrando en algunos lugares, como lo demuestra la liberación el 7 de febrero de 300 niños soldado en Sudán del Sur, a algunos de los cuales prestará atención World Vision.
"Queremos que estos niños crean que es posible tener un futuro mejor para ellos y para su país y ahora están dando los primeros pasos en esa dirección", subraya Hasset. "Ningún niño debería verse obligado a luchar en guerras iniciadas y alimentadas por adultos", defiende.
"Sin embargo, en este momento, cientos de miles de niños están involucrados ilegalmente en conflictos armados en todo el mundo" y ello pese a que los líderes internacionales condenan el uso de menores en la lucha armada", denuncia el director de proyectos de World Vision.
Por ello, el responsable de World Vision ha reclamado a los líderes mundiales que se comprometan a "hacer más para poner fin a una práctica que roba futuros y somete a los niños a horrores que nadie y mucho menos un niño, deberían presenciar".
El mensaje de Hasset y de World Vision ante el Día Internacional contra el Uso de los Niños Soldado que se celebra este 12 de febrero es claro: "Ya es hora, en 2018, de que los niños vulnerables de todo el mundo sepan que estamos de su lado y que trabajaremos con los gobiernos para que pongan en práctica medidas para abordar las causas y poner fin al reclutamiento de niños soldado".