EN AUSTRALIA
Amanda pensaba en rellenar sus cejas con un tatuaje, pero ocurrió todo lo contrario, acabó con la piel en carne viva y sin ellas.
La joven decidió ir a una clínica especializada para realizarse este tatuaje, pero nada más salir observo que su piel no estaba en buen estado. Al poco rato, notó cómo su piel se iba desprendiendo y cómo sus ojos cada vez estaban más hinchados: estaba sufriendo una reacción alérgica.
La mujer afirma que las condiciones higiénicas de la clínica no eran las más apropiadas ya que el mismo doctor estaba realizando otro trabajo a la vez, pero la clínica se defiende de estas acusación afirmando que, la paciente, Amanda Coats, no siguió la pauta médica correspondiente una vez que el tatuaje estuviese hecho y que la reacción podría ser producida por el potente pigmento de la tinta, según recoge el medio 'The Sun'.