en Wyoming
Una mujer de Wyoming que padecía glioblastoma, una forma agresiva de cáncer cerebral, ha fallecido tras rechazar someterse a quimioterapia para no interrumpir su embarazo.
Carrie DeKlyen, de 37 años, comenzó con unos fuertes dolores de cabeza. Al principio pensó que eran migrañas pero al acudir al médico la diagnosticaron glioblastoma. Si tenía suerte, podría vivir cinco años más.
Su marido, Nick DeKlyen, cuenta en una entrevista recogida por The Washington Post que su mujer se sometió a una operación en la que le extrajeron el tumor, pero volvió a aparecer a los pocos meses. Para entonces Carrie estaba embarazada de ocho semanas.
Tenían dos opciones: intentar prolongar la vida de Carrie a través de la quimioterapia, lo que significaba poner fin a su embarazo. O podría mantener con vida al bebé, pero Carrie no viviría lo suficiente como para verle nacer. Nick DeKlyen asegura que fue una decisión muy difícil, a Carrie le quedaban unos meses de vida y el bebé tenía derecho a vivir.
Los médicos le dijeron que todo lo que podían hacer era seguir sacando el líquido acumulado en el cerebro de Carrie para aliviar el dolor. La última vez que ella estuvo consciente fue cuando ingresó en el hospital de la Universidad de Michigan. "Me dijeron que sufrió un derrame cerebral masivo", cuenta el marido.
Carrie estaba embarazada de 19 semanas para entonces y fue cuando Nick pidió a los médicos que hicieran lo que pudieran para mantener al bebé con vida. Probablemente ella no volvería a despertar y si lo hacía, no reconocería a su familia ya que había sufrido daños cerebrales significativos por el accidente cerebrovascular.
Durante las próximas semanas, un tubo de alimentación y una máquina respiratoria mantuvieron con viva a la madre y al feto. A la semana 24 de embarazo, el bebé dejó de moverse. Fue cuando Nick tuvo que tomar la decisión: autorizó una cesárea
"Fue un poco agridulce porque mi esposa no está despierta, iba a fallecer", lamenta. Carrie vivió brevemente tras dar a luz, Nick se sentó a su lado, la agarró de la mano y la beso, diciéndola: "Te amo y te veré en el cielo".