Bielorrusia
En los últimos años se han contabilizado hasta seis muertes de opositores al régimen bielorruso.
El bielorruso Alexandr Kulinich de 51 años ha fallecido este martes, mientras permanecía en prisión preventiva del penal número 7 de la ciudad de Brest, cerca de la frontera con Polonia. Los informes apuntan a una muerte por insuficiencia coronaria. El cuerpo ya ha sido entregado a su familia.
En el momento de su muerte, Kulinch se encontraba esperando al juicio, que se iba a celebrar en unos días. Fue detenido a finales de febrero tras insultar al jefe del Estado, es decir a Alexandr Lukashenko, quien lleva 30 años en el poder. Una detención amparada en artículo 368 del código penal bielorruso.
No se trata de la primera muerte entre rejas de los opositores de Lukashenko, denuncia la organización de derechos humanos 'Viasná'. El organismo que llegó a recibir en 2022 el Nobel de la Paz junto a otras dos organizaciones, denunció que la cifra de bielorrusos fallecidos tras oponerse al régimen han aumentado a 6 en los últimos dos años. Aunque estos números podrían ser incluso mayor, ya que como explica Svetlana Tijanóvskaya, líder de la oposición en el exilio, en la red social X: "En el caso de muchos presos políticos incomunicados en Bielorrusia, desconocemos si están vivos o muertos".
El pasado febrero también falleció en prisión el periodista y preso político Ígor Lednik. En esta ocasión, Lednik ya había sido condenado a tres años, nuevamente por calumiar a Lukashenko, no obstante desde su detención en abril de 2022, su salud se deterioró en prisión. Por los mismos motivos, el líder de 'Viasná', Ales Bialiatski fue sentenciado a 10 años, donde lleva desde 2021.
El caso más sonado fue el de Aléxei Navalni, de 47 años. El que anteriormente fuera el principal líder opositor ruso durante una década, falleció el pasado febrero en la prisión ártica de Jarp. Fue el servicio penitenciario ruso quien confirmó su muerte, señalando que: "Se sintió mal despúes de un paseo y casi inmediatamente perdió el conocimiento".
Desde el organismo explicaron que "le practicaron los necesarios procedimientos de reanimacion, que no dieron ningún resultado (...) Se están estableciendo las causas del fallecimiento". Nalvani fue inicialmente condenado a nueve años, en marzo de 2022, por un presunto caso de fraude que sus seguidores afirmaron que había sido ideado por el régimen ruso. La segunda condena fue de 19 años, y en esta ocasión por apoyar el extremismo.
Su muerte provocó conmoción a nivel internacional, líderes mundiales lamentaron su pérdida y pidieron explicaciones al Kremkin, que evitó dar más información sobre las causas de la muerte. La mujer de Navalni, Yulia Navalnaya, también manifestó sus dudas sobre las causad de la muerte de su marido: "No sé si deberíamos creer en la terrible noticia que recibimos. La noticia solo es de los medios oficiales (...) No podemos creer en Putin y su Gobierno, que están mintiendo constantemente".
En el mismo sentido se ha pronunciado la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, quien ha recordado que el número de presos políticos en Bielorrusia supera los 2.000: "Los dictadores aprenden los unos de los otros y la muerte de Navalni abrió un abismo de permisividad para líderes autoritarios en todo el mundo".
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