TRAS EL ACCIDENTE MORTAL DE UNA TURISTA
En la isla de San Martín contemplar cómo aterrizan o despegan los aviones se ha convertido en una de las atracciones favoritas. Una afición peligrosa, que se ha cobrado su primera víctima mortal. Una turista neozelandesa ha fallecido de un golpe en la cabeza, empujada por la propulsión de un Boeing durante el despegue: "Espero que la gente aprenda de lo que ha ocurrido y no lo vuelvan a hacer... Hay que mirar desde un lugar seguro", afirman las autoridades.
Ejemplo que tendrán que aprender en Skiathos, el aeropuerto de una isla que ya es conocido como el San Martín griego. Y, también en el Caribe, en la isla de San Bartolomé, donde la pista tiene una fuerte pendiente, una longitud de apenas seiscientos metros y cuyo límite es el mar.
Hay en Escocia un aeropuerto donde se aterriza en la mismísima playa. En Gibraltar lo peculiar es que los aviones tienen que compartir la pista con los coches.
Y del mar a la montaña. En los Alpes franceses, en Courchevel, a 2.000 metros de altitud y con una pista de apenas 500 metros es otro reto para los pilotos más avezados. Culminamos este periplo en la Antártida, donde la climatología es el peor enemigo de los tripulantes. Ahí sólo se puede aterrizar en verano y con skíes... para el avión, claro.