CONTINÚA LA CRISIS HUMANITARIA TRAS LIBERARSE DE DAESH
La ciudad iraquí de Mosul ha empezado a dar la bienvenida a sus habitantes tras conseguir escapar de las garras de los yihadistas del autodenominado Daesh, que han perdido esta batalla de la guerra.
Pero, a pesar de esa victoria, no todo son alegrías.
Los iraquíes se encuentran al volver a su hogar una ciudad fantasma, destrozada, sin ningún parecido con la que dejaron atrás al huir del terror. Lo primero que deberán hacer es volver a la paz, pero para conseguir eso les quedan aún muchas batallas por librar aunque le hayan ganado una al Daesh.
Los iraquíes se muestran optimistas a pesar de la destrucción, los escombros y el nauseabundo olor a cadáver, y creen que la restauración de Mosul traerá consigo la paz.
Aunque en las últimas horas 17 aldeas han sido liberadas, 360.000 personas continúan malviviendo en campamentos y en las zonas aledañas de Mosul quedan aún unos 2.000 combatientes de Daesh: "Ayer un combatiente de Daesh vino y disparó contra las fuerzas de seguridad, pero le cogieron", declara un vecino de la ciudad.
El autodenominado Daesh quiso borrar la huella e identidad de esta ciudad del país del Tigris y el Éufrates y casi lo consigue totalmente bombardeando la Gran Mezquita de Al-Nuri, de la que ya sólo se puede admirar su cúpula; además, todos los puentes sobre el Tigris están dañados y entre los escombros, además de fallecidos, aún hay artefactos que ponen en peligro a la población.
No obstante, el principal problema al que se enfrentan los iraquíes es algo mucho más difícil de conseguir si cabe que reconstruir una ciudad en ruinas: que se perdonen para comenzar de nuevo una vida que quedó en pausa con los estallidos de las primeras bombas por culpa de los yihadistas.