Asalto en Brasil
Brasil ha salido a la calle para mostrar su apoyo a Lula de Silva y a la democracia.
En las últimas horas las calles de las principales ciudades del país se han llenado de miles de personas. Condenan el asalto a las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema que tuvo lugar el domingo por simpatizantes del ex presidente Bolsonaro que según e actual presidente, buscaban "un golpe" y no reivindicarse como han defendido muchos de ellos.
Con gritos como "no amnistía" o "terroristas" piden que se castigue con dureza a los bolsonaristas que asaltaron las sedes de los poderes del estado. También han pedido castigo para Jair Bolsonaro, a quien consideran culpable por incitar el caos que se vivió en la capital. En las pancartas de los manifestantes se podían leer mensajes como " terroristas", "democracia para siempre" o "sin amnistía para los golpistas".
Mientras tanto, en Brasilia el presidente Lula da Silva se ha reunido con los gobernadores de los 27 estados del país, la mayoría afines al partido de Bolsonaro. Han recorrido los edificios oficiales saqueados donde todavía se aprecian las consecuencias del asalto. Durante el encuentro el presidente ha afirmado que los asaltantes no buscaban reivindicarse, "gritaban por un golpe. Eso era lo único que escuchaba, que gritaban por un golpe". También ha asegurado que no parará hasta encontrar a los verdaderos culpables: "queremos saber quién financió, quién pago para que la gente se quedara tanto tiempo".
En los campamentos bolsoranistas ya solamente quedan militares desmantelando las tiendas y algún resignado que sigue defendiendo la idea del robo en las urnas. Hay más de 1.500 detenidos que serán acusados de terrorismo por el peor ataque que han sufrido las instituciones brasileñas en cuarenta años de democracia.
Un asalto insólito en la democracia brasileña
El asalto de los fervientes seguidores de Jair Bolsonaro a Presidencia, Congreso y Supremo supone un hecho inédito en la democracia de Brasil. Tras pasar meses acampados frente a la sede de las Fuerzas Armadas en Brasilia para pedir una intervención militar, pasaron a la acción.
Fueron cinco horas de caos en la capital. El asalto ha provocado la detención de más de 1.500 personas. El presidente Lula da Silva ha prometido que perseguirá a los responsables de financiar a los manifestantes. El mundo entero miró a Brasil y condenó el intento de golpe. Las autoridades lograron detener el asalto a los tres poderes y el Ejército se mantuvo del lado de Lula. Brasilia coge aire tras un momento insólito en su historia reciente. Los cimientos amagaron con quebrarse, pero se mantuvieron firmes.