DATOS DE JULIO
El grupo extremista nigeriano Boko Haram ha estado más activo que nunca el pasado mes de julio, con al menos 45 ataques que han causado 714 víctimas mortales, un tercio de todas las muertes registradas en 2015, según datos de las fuerzas de seguridad y los servicios de emergencia.
Durante las últimas semanas, Boko Haram ha seguido con su estrategia de combinar ataques relámpago y saqueos con atentados suicidas, una táctica que comenzó a utilizar de manera recurrente a principios de 2014 y que ha multiplicado el impacto de su campaña de terror tanto en el noreste de Nigeria como en los países vecinos.
De hecho, uno de los puntos más llamativos de esta escalada de violencia es que una tercera parte de los atentados se han producido fuera de Nigeria -6 en Chad, 5 en Camerún y 4 en Níger-, lo que indica una consolidación de sus operaciones en la región del lago Chad, donde convergen los cuatro países.
Los analistas vinculan el incremento de los atentados en los países vecinos a una estrategia premeditada del grupo, que quiere ampliar al máximo la zona de conflicto para obligar a la fuerza militar regional que está a punto de entrar en funcionamiento a dividir sus recursos y luchar en varios frentes al mismo tiempo.
Otro aspecto revelador del funcionamiento del grupo terrorista es que sus periodos de mayor actividad suelen producirse tras épocas de calma impuestas por el éxito de operaciones a gran escala del Ejército nigeriano, lo que demuestra la flexibilidad y la capacidad de adaptación del grupo. En febrero, una fuerza conjunta liderada por Nigeria y Chad logró expulsar a Boko Haram de sus feudos urbanos, por lo que durante los tres meses siguientes los ataques se redujeron debido a las pérdidas y a la necesidad de reorganizar sus líneas de suministro, interrumpidas por el bloqueo del comercio en el lago Chad.
Sin embargo, desde que el nuevo presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, jurara su cargo el pasado 29 de mayo y acusara a Boko Haram de "impío", el grupo islamista radical ha perpetrado 65 atentados y ha matado a 1.123 personas. El balance total de este 2015 es de, al menos, 131 ataques y 2.169 muertos.
Esta alternancia de ciclos de violencia y calma relativa -Boko Haram nunca ha dejado de atentar- se remonta al menos a mediados de 2013, con etapas de menor actividad en septiembre y diciembre de ese año, así como en septiembre y octubre de 2014, seguidas de largas campañas de atentados.
Por otra parte, el uso de terroristas suicidas, aunque no es nuevo, ha aumentado de forma exponencial y, pese a que hay expertos que lo vinculan a la debilidad del grupo, también puede denotar una nueva adaptación a la situación actual, ya que estos ataques requieren pocos recursos y tienen efectos devastadores.
En lo que va de año, el grupo extremista ha perpetrado al menos 52 ataques suicidas, la mayoría llevados a cabo por mujeres y niñas, con un balance de 667 muertos, siendo también julio el mes más cruento con 20 atentados y 261 muertos.
Hasta el momento, y a pesar de los esfuerzos de Nigeria, Chad, Níger y Camerún para coordinar una respuesta conjunta a Boko Haram, las rencillas entre los diferentes ejércitos y la histórica desconfianza entre sus líderes han minado su capacidad para responder de forma efectiva al desafío del grupo.
Tras meses de negociaciones, los cuatro países, más Benin, acordaron en junio los términos de la fuerza multinacional que debía ponerse en marcha el 30 julio, gracias a un complejo reparto de poderes -cuartel general en Chad, liderazgo permanente de Nigeria y alternancia del resto de países en la subcomandancia-.
Sin embargo, los retrasos en el nombramiento de la cúpula militar que debe liderar el contingente de 8.700 soldados y algunas discrepancias de última hora han retrasado una vez más el inicio de las operaciones, una circunstancia que Boko Haram ha sabido aprovechar para seguir matando sin apenas oposición.