Londres
La crisis se enfrenta a su séptimo día de protestas.
La violencia en el Reino Unido ha alcanzado niveles alarmantes y enfrenta su séptimo día de revueltas con más de 400 personas detenidas en la última semana por ataques a centros de inmigrantes y mezquitas. Ante esta situación, el gobierno británico ha decidido desplegar a dos mil antidisturbios adicionales para contener las protestas previstas y ha anunciado la ampliación de celdas en las cárceles.
El primer ministro británico, Keir Starmer, se enfrenta a la peor ola de disturbios en 13 años. Este lunes, presidirá una reunión de crisis tras un fin de semana marcado por la violencia ultraderechista. Los recientes ataques a albergues de solicitantes de asilo, mezquitas y comercios, así como los enfrentamientos con la policía, han dejado al país conmocionado.
La ola de disturbios comenzó tras un ataque con cuchillo que resultó en la muerte de tres niñas en el noroeste de Inglaterra. Los rumores y especulaciones difundidos por "influencers" sobre la identidad del sospechoso han alimentado la violencia. En respuesta, Starmer adoptó una postura firme contra los "matones de ultraderecha", convocando a su gabinete de crisis, compuesto por ministros y representantes de la policía.
El domingo por la tarde, Starmer apareció en televisión para asegurar a los alborotadores que "lamentarán" haber participado en los disturbios, ya sea directamente o a través de la incitación en internet. Prometió que su gobierno hará "todo lo necesario" para llevar a los responsables ante la justicia.
Este desafío supone un gran reto para Starmer, quien fue elegido primer ministro hace solo un mes tras una aplastante victoria de los laboristas sobre los conservadores. La situación ha llevado a diputados de todo el espectro político a instar a Starmer a convocar al parlamento, actualmente en receso estival.
Desde el ataque con cuchillo, los disturbios y enfrentamientos se han extendido por numerosas ciudades británicas. Manifestaciones bajo el lema "Ya es demasiado", en referencia a la llegada de migrantes que cruzan el Canal de la Mancha en barcas neumáticas, han terminado en ataques contra hoteles que albergan a solicitantes de asilo.
En Rotherham, varios centenares de personas rompieron ventanas, provocaron incendios y lanzaron proyectiles contra la policía. Al menos diez agentes resultaron heridos, aunque no se reportaron heridos entre los empleados del hotel ni los huéspedes. En Tamworth, la policía intervino cerca de un hotel que fue atacado por un grupo numeroso de individuos, quienes lanzaron proyectiles, rompieron ventanas, prendieron fuego y atacaron a los agentes.
En Reino Unido no se experimentaba una ola de violencia de esta magnitud desde 2011, tras la muerte de Mark Duggan a manos de la policía en el norte de Londres. Según los medios británicos, más de 400 personas han sido detenidas en esta última semana.
La policía ha señalado a la English Defense League, un grupo de ultraderecha, como uno de los principales responsables de los disturbios. Algunos comentaristas y responsables políticos sugieren que la retórica antiinmigración entre los políticos británicos ha legitimado las acciones de los manifestantes.
La situación en el Reino Unido requiere una respuesta contundente y efectiva por parte del gobierno para restaurar la calma y poder abordar las causas subyacentes de la violencia. Con el despliegue de más antidisturbios y la ampliación de las celdas en las cárceles, el gobierno británico muestra su determinación de mantener el orden y proteger a todas las comunidades afectadas.