Consiguió quedarse embarazada
Charley Williams, de Londres, comenzó a sufrir anorexia desde que tenía 18 años. La enfermedad avanzaba y su familia intentaba ayudarle pero había una "voz abrumadora" dentro de su cabeza pidiéndole que no comiera. "No había nada que pudiera cambiar eso", asegura.
La chica ingresó en un centro de rehabilitación, pero fue expulsada por no cumplir las instrucciones que le habían dado los especialistas. La enfermedad le hacía cada vez más débil, aunque consiguió "completar un curso de formación en bellas artes, a pesar de apenas comer, y me ofrecieron plaza en tres universidades, pero a los 19 años mi peso se estaba volviendo tan crítico que no pude aceptar las ofertas".
Confiesa que con 21 años pesaba 25 kilos, lo que suponía un tremendo riesgo para su vida. Más tarde ingresó en otros centros privados para poder luchar contra la anorexia, pero de nuevo fue expulsada. Con esa edad "todavía me miraba en el espejo y veía más grasa en mi cuerpo que necesitaba perder. Estaba demasiado débil para caminar o vestirme, pero eso no cambió mi mentalidad".
Explica que fingía "ganar peso bebiendo litros de agua y metiendo piedras en su bolsillo antes de las pruebas de peso. Cuando los análisis de sangre demostraron que mi cuerpo estaba en un estado peligroso, en muchas ocasiones, me trasladaron al hospital para que me alimentasen a través de un tubo". Finalmente, fue operada y le pusieron una sonda para que se alimentase.
A los 26 años consiguió el alta, pero volvió a recaer en numerosas ocasiones hasta que con 31 años comenzó su recuperación completa. El punto de inflexión fue quedarse embarazada de su hija. "Me sorprendió que incluso podría tener hijos, debido al estrés al que había puesto mi cuerpo a través y las advertencias de los médicos", asegura.
Tras superar la enfermedad, dedicó parte de su tiempo a ayudar a personas que habían pasado por lo mismo y fue entonces cuando conoció al padre Simon de 71 años, un sacerdote que había escrito canciones de ayuda. En 2010 Charley Williams comenzó a escribir el guión y ha sido este año cuando han visto la luz en un escenario. La joven explica que el musical se llama 'Cuando las fresas no son suficientes' por una época en la que sólo comía 100 gramos de fresas tres veces al día.