25 SEMANAS DE EMBARAZO
Laura Gallazzi rompió aguas en marzo de 2014 cuando llevaba solamente 25 semanas de embarazo y fue ingresada en el Hospital Ninewells, en Escocia, donde los médicos comenzaron a prepararla para un parto prematuro, asegurándole que el corazón del pequeño estaba bien y proporcionándole medicación para que se desarrollaran sus pulmones. Sin embargo, decidieron mantener el embarazo el mayor tiempo posible porque el útero era el mejor sitio en el que podía estar el bebé.
Dos días después sintió un apretón en el estómago y la trasladaron a la sala de parto, y al día siguiente salió el cordón umbilical del útero. Entonces, según relata ella misma a BBC, la madre entró en pánico y comenzó a gritar. Una vez preparada para dar a luz, solo había dilatado tres centímetros y el ritmo cardíaco del bebé se había reducido. "Estaba pensando: 'tienes que mantener la calma, debes mantener la calma para tu hijo. Estás en el lugar correcto, todas estas personas saben lo que están haciendo. Solo confía en ellos'", señala la mujer.
"Sentí un leve estallido"
En ese momento, la doctora le dijo a Laura que empujara, lo que le sorprendió porque días antes le dijeron que seguramente necesitara una cesárea porque el bebé estaba sentado. Además, no había dilatado los 10 centímetros necesarios para un parto normal. Por ello, intentó resistirse, pero la empujaron hacia abajo de la camilla y comenzó a empujar mientras la doctora tiraba del bebé.
"Sentí un leve estallido", describe Laura mientras recuerda el horrible momento. Entonces dejó de sentir al bebé entre sus piernas y pensó que ya había nacido, aunque no lo oyó llorar, lo que atribuyó a que era muy prematuro. Sin embargo, la sala se convirtió en un completo caos y escuchó que le pedían que volviera a empujar, algo que ella no entendía porque pensaba que el niño ya había nacido. Dos minutos después la anestesiaron.
"La cabeza de mi hijo todavía estaba dentro de mi cuerpo"
Lo siguiente que recuerda es que una enfermera le dijo que Steven, el recién nacido había muerto, lo que provocó que se desmayara. Más tarde apareció Vishnavy Laxman, la ginecóloga que la había asistido durante el parto y simplemente le dijo que lamentaba lo que había ocurrido. Otro médico le explicó a la madre el bebé "había sido decapitado durante el parto".
Sin embargo, la historia no acababa ahí, y Laura necesitaba una cesárea para extraer la cabeza de Steven, que continuaba en su útero. "La cabeza de mi hijo todavía estaba dentro de mi cuerpo, pero su cuerpo estaba sobre la mesa", lamenta al recordarlo cuatro años después. Después de la operación, otro médico unió la cabeza al cuerpo para que ella lo pudiera ver.
A principios de 2018, un tribunal médico dictaminó que la decisión de Laxman, que estaba al final de un turno de 24 horas en ese momento, fue errónea y debería haber optado desde el principio por una cesárea.