El Gobierno francés no renuncia a sus reformas
Cientos de miles de franceses mostraron en las calles su rechazo a las reformas del Gobierno de Emmanuel Macron, en la primera gran jornada de movilización nacional bajo su mandato, liderada por funcionarios y ferroviarios y marcada también por las huelgas en el sector educativo, sanitario y de transportes. Las protestas reunieron a 400.000 personas en 180 manifestaciones por todo el país, 65.000 de ellas en las marchas simultáneas que confluyeron en la Plaza de la Bastilla de París, según cifras de la Confederación General de Trabajadores (CGT) que la prefectura de Policía redujo a 49.000.
Tras el chasco de la protesta social contra la reforma laboral, con varias manifestaciones menores en otoño que no cambiaron la postura del Ejecutivo, sindicatos y partidos de izquierda confiaban en recuperar un cierto margen de maniobra y pesar sobre las políticas de Macron, que apenas cuentan con oposición parlamentaria. "Ideológicamente, Macron la está tomando con el servicio público y los funcionarios", dijo el ferroviario Hervé Féquinau, que llegó a París desde Tolón (sureste de Francia).
Mientras los trabajadores de la red nacional de trenes SNCF clamaron contra las reformas anunciadas por el Ejecutivo, que regulará por decreto un cambio del estatuto de este sector, profesores y personal médico denunciaron la falta de medios, la pérdida de poder adquisitivo y las amenazas de privatización. "Es una batalla por los servicios públicos y por la defensa del estatus de los funcionarios y ferroviarios", declaró el jubilado Gérard Paquin, para quien la manifestación movilizó, "mucho más" que anteriores convocatorias, a "todas las víctimas de los decretos" del Gobierno.
Varios representantes de la izquierda se dejaron ver en las concentraciones, como el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon; la portavoz del partido Lucha Obrera, Nathalie Arthaud, y el recién elegido secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, silbado por algunos manifestantes durante la marcha.
Una protesta mayoritariamente pacífica, aunque algunos grupos de encapuchados se enfrentaron a pedradas con las fuerzas del orden, que replicaron con cañones de agua y gases lacrimógenos, los cuales llegaron hasta las estaciones de metro en las inmediaciones de la parisina Plaza de la República, según pudo constatar Efe.
En el sector ferroviario, el 35,4 % de los trabajadores respaldó la huelga y circuló solo el 40 % de los trenes de alta velocidad, el 25 % de largo recorrido, el 50 % de los regionales, el 30 % de los cercanías en París y el 75 % de los internacionales, mientras que el metro de la capital apenas se vio afectado. Las líneas que comunican Marsella y Lyon con Barcelona y Madrid fueron suspendidas.
El respaldo de los controladores aéreos a la huelga provocó la anulación del 30 % de vuelos de los tres aeropuertos parisienses. La movilización contó con el apoyo mayoritario del 55 % de los franceses, según una encuesta del instituto demoscópico Odoxa, que estimaban "justificada" esta protesta celebrada una semana después de que miles de jubilados salieran a la calle por la pérdida de poder adquisitivo de sus pensiones.
El Ejecutivo, a través de su ministro de Economía, Bruno Le Maire, aseguró que no pondrá freno a sus reformas, aunque la denuncia de los jubilados demostró que no queda totalmente ajeno a las demandas. Esta misma semana, el primer ministro francés, Edouard Philippe, anunció que los 100.000 domicilios donde los ingresos superan por poco el umbral a partir del cual se aplica una subida de tasas de 1,7 puntos quedarán exentos de la imposición en 2019.
Los siete sindicatos que convocaron la huelga eligieron la fecha a conciencia, ya que fue el 22 de marzo de 1968 cuando comenzaron las protestas universitarias que abocaron en las revueltas de mayo de ese año.