EN BRASIL
Al grito de "Lula libre", el Partido de los Trabajadores (PT), la mayor formación de izquierda del país y de toda América Latina, siguió adelante, ahora de forma oficial, con la candidatura de su máximo líder, a pesar de que probablemente será inhabilitado políticamente tras haber sido condenado en segunda instancia a 12 años y 1 mes de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero.
De acuerdo con la ley electoral, los condenados en segunda instancia, como es el caso de Lula, no pueden optar a un cargo electo, pese a lo cual el PT pretende registrar el 15 de agosto su candidatura a los comicios. La posible impugnación de la candidatura de Lula abre un mar de dudas en la izquierda brasileña, completamente fragmentada, y en el tablero electoral, marcado por una total indefinición a poco más de las elecciones de octubre. Desde el interior de la prisión, donde Lula mantiene el control del PT, el expresidente ha frenado tanto una alternativa a su candidatura como, de momento, el nombramiento del vicepresidente en la lista electoral.
En una carta leída por el actor Sérgio Mamberti durante la convención del partido celebrada este sábado en Sao Paulo, el otro líder sindical y obrero denunció que la democracia "está amenazada" y advirtió de que "quieren realizar unas elecciones con cartas marcadas", pero sin hacer ninguna referencia a la situación interna del PT.
"Ya derribaron a una presidenta electa (Dilma Rousseff). Y ahora quieren vetar el derecho del pueblo brasileño a elegir libremente al próximo presidente", señaló el carismático político en su misiva, una herramienta con la que en los últimos cuatro meses ha intentado evitar el aislamiento. Sus correligionarios intentan mantenerlo presente y este sábado llenaron el recinto donde se proclamó su candidatura con imágenes del máximo líder de la formación.
"Lula se quedó en la mente y el corazón del pueblo brasileño. Lula es nuestro candidato", aseguró la presidenta del PT, Gleissi Hoffmann, quien insistió en la tesis de que aquel está "perseguido políticamente". Aun estando en prisión, el ex jefe de Estado lidera los sondeos de intención de voto con un 30%. Si se obvia a Lula dada su situación actual, encabeza las preferencias el ultraderechista Jair Bolsonaro (17%), seguido por la ecologista Marina Silva (13%), el laborista Ciro Gomes (8%) y Alckmin, con un 6%.
A pesar de la falta de fuelle en las encuestas, Alckmin, quien hoy también fue oficializado candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), cuenta con el apoyo de otras formaciones del influyente centro. Conocido por su perfil técnico y su falta de magnetismo político, el exgobernador de Sao Paulo, de 65 años, se ofreció "para devolver a los brasileños la esperanza que les fue robada" y "liderar una amplia alianza de quienes creen en el desarrollo y no en la perdición del radicalismo".
Arropado por históricos dirigentes del PSDB como el expresidente Fernando Henrique Cardoso y el exministro José Serra, los dos únicos fundadores del partido vivos, Alckmin no profundizó en su programa de gobierno, pero sí reforzó su línea liberal y dijo que es "vital reducir el tamaño de un Estado caro, deficiente y corrupto". Durante la convención también se oficializó a Ana Amélia Lemos, periodista y senadora de 73 años, como compañera de fórmula y candidata a vicepresidente, sobre quien Alckmin aseguró que simboliza "el empoderamiento necesario de la mujer".
En el penúltimo día de convenciones, la ecologista Marina Silva se presentó como la abanderada de Rede, partido fundado por ella misma, y se comprometió con "la estabilidad económica", la "honestidad" y el "diálogo". La ecologista -de 60 años y quien tendrá como compañero de fórmula a Eduardo Jorge Martins, del Partido Verde- ya aspiró a la Presidencia en las elecciones de 2010 y 2014 y en ambos casos quedó en tercer lugar, con cerca de 20 millones de votos.